Alba Blanco | Fotos: Paula López
Hace un tiempo atrás, el famoso director Ingmar Bergman declaró que No hay otra forma de arte que vaya más allá del conocimiento ordinario como lo hace el cine, directo a nuestras emociones, profundamente al cuarto oscuro del alma. Esta preciosa (y verdadera) cita, nos traslada a un cine que va algo más allá de lo puramente ordinario, como bien menciona Bergman, a un cine que no necesita de artificios para hacer vibrar al espectador ya que su mensaje ya está ahí; a un cine en el que lo creíble está pasando por las puertas de lo imposible; y en el que la oscuridad y la luz se intensifican hasta tal punto que se funden en una sola. En una sola sala en la que, película y espectador se compenetran hasta encontrarse.
Ese cine, en el que esas dos dimensiones se entremezclan, es el cine de Guillermo del Toro.
Ayer, sábado 14, el director mexicano, Guillermo del Toro, recibió en el Festival de Málaga el Premio Málaga/Sur en Homenaje a toda su carrera cinematográfica. Una carrera que no es solo homenajeada por el jurado, sino que también por compañeros y amigos de profesión y, sobre todo, por un público que cada vez se ha ido haciendo más grande.
Horas antes de la entrega de este premio, mi compañera de ElCofreSuena, Paula López y yo tuvimos la oportunidad de asistir a una Masterclass impartida por el director de “El laberinto del fauno” en la que, más allá de encontrarnos con la presencia de directores como Santiago Segura (el que reconoció entre risas poco después en la entrega de premios que ser amigo de Del Toro era de lo mejor que le había sucedido fuera y dentro de la pantalla) pudimos encontrar a un Guillermo sonriente, afable, divertido y muy muy apasionado por ese arte que tanto habla de él y que tanto habla de sí mismo: el cine.
Más lejos de contar anécdotas de trabajos, explicar sus puntos de vista a cerca del lenguaje cinematográfico (que son muchos) y contar cómo se implica (y la importancia que esto tiene) en uno y cada uno de los procesos que implica una película, Del Toro nos hablo de aquello en lo que tanto cree, en los monstruos.
Su pasada película, “La forma del agua” que tanto triunfó en premios internacionales del carácter de los “Globos de oro” y los “Premios Oscar” nos cuenta una bonita historia entre una limpiadora muda de un centro de investigación estadounidense y un hombre-anfibio con el que pretenden experimentar. Todo ello, por supuesto, en plena Guerra Fría.
Esta película que supone una (casi) antagonía de la Bella y la Bestia de Disney, nos muestra al “monstruo” como un ser precioso que tiene las mismas necesidades que cualquiera de nosotros: amar y ser amado, querer y ser querido, necesitar y ser necesitado.
Esa humanidad y delicadeza para tratar la luz y la oscuridad hacen del Guillermo del Toro un director que no se queda en el umbral de ninguna de esas dos puertas sino que pasea, cual acróbata intrépido, por la cuerda floja entre estos dos mundos que tanto se separan pero que tanto se necesita. No es posible conocer la luz sino se ha conocido antes la oscuridad, ¿cierto?
Durante la Masterclass, Del Toro expuso su idea a cerca de lo qué implica para él hacer cine y declaró respecto al cine actual que hay ciertos matices que se han perdido respecto a ese cine mudo que tanto contaba sin la necesidad de expresarlo con palabras. “Actualmente en el cine solo hablamos a rasgos generales. Es como hablar de una película en términos temáticos. Para mí hablar de cine no es solo el qué. Para mí el cine es algo mágico”.
Durante el coloquio, en el cual se presentaba su libro “Del Toro por Del Toro”, se habló, también, de la variedad de formatos por los que actualmente se puede consumir el producto audiovisual y afirmó que es seguidor y amante de muchas series de la televisión pero que la dimensión de una serie nunca será equiparable a la dimensión que abarca una película: “La gravedad que tiene una imagen en el cine no es comparable con la televisión”.
Y es justo esa gravedad y ese cómo y por qué el que hacen del cine de Guillermo del Toro algo tan sumamente especial. Por qué tal y como dijo el cine no es química, el cine es alquimia.
Y es que el director de “Cronos” es muy grande por muchos motivos, pero sin duda, una de las razones por las que es (y será) uno de los mejores directores de la historia del cine es por la pasión que siente hacia el séptimo arte.
Guillermo del Toro está enamorado del cine, y el cine está enamorado de Guillermo del Toro. La magia de sus películas, la sinceridad y ternura de sus monstruos, la belleza y la perfección de sus imperfecciones y la majestuosidad de sus imágenes hacen que este director mexicano nos cale tan hondo como espectadores que cualquier historia y cualquier personaje, por muy extraños o grotescos que nos puedan resultar, es guardada en nuestra memoria para siempre.
Guillermo del Toro es arte y habla de arte. Y cuando sucede eso, querido lector, es donde se puede vislumbrar la verdadera belleza.