Alba Blanco
Dados mi interés y mi admiración por Audrey Hepburn, recomiendo una de sus películas, seguramente, menos conocidas: ‘Historia de una monja’.
Y finalmente la vi.
Tras mucho tiempo queriendo ver esta película, me he animado, y la he visto. Y creo, querida Audrey, que te conozco un poquito mejor.
“Historia de una monja” proyecta la historia de la hermana Lucas, en realidad llamada Gabriela (Audrey Hepburn) que decide dejarlo absolutamente todo para dedicarse en cuerpo y alma a Dios, con el fin de alcanzar la paz y la obediencia.
La historia, no es más, en realidad, que una constante lucha interna por parte de la hermana Lucas de querer lograr esa obediencia absoluta, algo ciega (si se me permite) ante todo para alcanzar ser una “monja perfecta”.
Esta película, según tengo entendido, fue una película que marcó completamente la vida de Audrey. Ella, que no era creyente al cien por cien, o no, al menos, eclesiástica en el sentido más estricto de la palabra, encontró una paz interior al realizar esta película que hizo que su vida cambiará para siempre.
Creo que el “mensaje” final que la película nos enseña, o al menos, el que aprende la hermana Lucas, y el que, al parecer, aprendió Audrey, es que al final y al cabo, seas o no creyente, la paz interior con uno mismo no se consigue con la obediencia completa, si no, todo lo contrario, con la aceptación de que nunca podremos llegar a obedecer por completo a nada. La perfección es algo inexistente en la naturaleza humana. Y aceptar esto, es el primer paso.
En cuanto al montaje y la estructura de la película, es realmente espectacular, ya que cuenta con un gran equipo de actores, así como diferentes lugares de rodaje. Desde Bruselas hasta el Congo. Una película, bajo mi punto de vista, bastante bien dirigida, teniendo en cuenta que tiene una duración aproximada de dos horas y media.
Sean o no religiosos, que por supuesto, no es el lo juzgable aquí (ni en ningún otro sitio), esta película, más allá de su contenido doctrinal, tiene un mensaje oculto que puede llegar a todos. A los que sean creyentes y a los que no.