Ir solo al cine debería ser una actividad de obligado cumplimiento. No obstante, sigue siendo un placer mal visto para muchos
Alba Blanco
El otro día fui sola al cine. No era la primera vez que lo hacía ni mucho menos, pero si llevaba mucho tiempo sin hacerlo. Cuando le conté a mis padres que había ido sola, mi padre me espetó en tono jocoso, “qué rara eres”. A lo que yo le respondí, “ahora mismo ir sola al cine no es que sea demasiado naïf”. Y lo cierto es que creo que es todo lo contrario, diría incluso que se está popularizando. Sin embargo, ir al cine, sigue siendo una actividad que se encaja en el ámbito de “evento social”, por lo que, en parte, puedo entender la connotación de extrañeza ante esta práctica.
Afortunadamente para mí (o no) los cines a los que más me gustan ir de todo Madrid (los cine Renoir) suelen caracterizarse por un público que también gusta de ir solo. Vi Annette, la nueva (y maravillosa) película de Léos Carax y recuerdo que en la sala había muchas personas solas. Eso me reportó confianza y acompañamiento: no estoy sola. Y es que en el cine nunca estás solo. Claro que no es lo mismo salir de la película y poder comentarla con tu acompañante que no hacerlo. Pero ¿no es maravilloso salir del cine y hablar tú solo con tus pensamientos?
Ir solo al cine debería ser una actividad de obligado cumplimiento. No obstante, sigue siendo un placer mal visto para muchos. Yo animo, y lo hago con rotundidad, a que vayáis al cine solo con vuestra propia compañía. La atmósfera que se crea no es lo misma. De forma, casi invisible, se genera una conexión entre tú (el espectador) y la película, que es onírica y nigromante.
Y tal vez ahí esté la clave del acto social, en esa cohesión entre el receptor y el mensaje, y entre estos y el resto de espectadores de la sala. Todos adoramos ir al cine acompañados. El cine en muchas ocasiones me ha salvado de la vergüenza de una primera cita, me ha unido más a algunos amigos míos y me ha servido de refugio cuando necesitaba pasar tiempo con alguien sin hablar. Sin embargo, ir solo también puede ser un evento social, tal vez uno mucho más real que yendo acompañado.
Disfrutad de la magia del cine y de vuestra propia compañía. Nunca se conecta más con uno mismo como en el cine escuchando las historias de otros, con cientas de respiraciones expectantes a tu alrededor.