La trinchera infinita fue una de las películas españolas más esperadas del Festival de cine de San Sebastián, además de un de las grandes triunfadoras , ya que consiguió llevarse a casa las conchas de plata a mejor dirección y guión. Y por si no fuera suficiente, la película de Aitor Arregi, Jose Mari Goenaga y Jon Garaño, creadores de las muy celebradas Loreak y Handia, también se alzaron con los premios Feroz Zinemaldia, Fipresci y premio de Cine vasco al mejor guión.
La película se inicia con la guerra civil española y se desarrolla durante la dictadura de Franco. A pesar de que este periodo histórico es un territorio ampliamente explorado por el cine español reciente, los directores consiguen aportar una mirada distinta al trágico conflicto.
La trinchera infinita cuenta la historia de Higinio, un “topo” que para huir de la represión decide mantenerse oculto en su casa con la esperanza de que en algún momento todo vuelva a la “normalidad”; y su mujer Rosa, cuya desgracia es la de vivir en soledad y silencio.
Con unos magníficos Antonio de la Torre y Belén Cuesta liderando el reparto, la película funciona tanto como una intensa historia de supervivencia y suspense como un drama romántico. A pesar del a veces forzado acento de Antonio de la Torre, el actor ofrece un maravilloso y fiel retrato de un hombre triste preso de su propio miedo. Y Belén, que decir de Belén. La actriz sevillana sale de su registro cómico al que nos tiene acostumbrados para darle vida y voz a Rosa, una mujer atrapada entre el secretismo y el silencio de las cuatro paredes de su casa
En La trinchera infinita hay escenas que funcionan mejor que otras (y obviemos los innecesarios intertítulos a lo largo de la película), pero es una historia bien facturada y bien contada (sobretodo en su primera media hora de metraje), donde los directores consiguen satisfactoriamente que sintamos la asfixia y el miedo de sus protagonistas.
Alba Pascual