La artista andaluza nos habla del misterioso imaginario de su nuevo proyecto tras sus últimos lanzamientos musicales
En los últimos meses, las redes sociales de la artista Sélpide se han llenado de mensajes subliminales en referencia al nuevo proyecto conceptual que tiene en camino, al que se dirige como el “Museo”. Reflejos, telarañas, fantasmas… Quizá todavía no sepamos muy bien a qué se refieren, pero lo que sí sabemos es que estamos ante su primer gran proyecto musical, producido mayormente en Seúl, donde la andaluza ha pasado un año trabajando en esta ambiciosa “era”.
Para no dejarnos del todo con la miel en los labios, la cantautora nos ha regalado un verano de nuevas canciones y adelantos del Museo. Culmina con el EP Opening Night Premiere Party, que engloba estos últimos singles y que funcionan como un primer acercamiento a un proyecto al que le tenemos más ganas que nunca.
Sélpide es una marmita gigantesca. Conviven diferentes vertientes del pop, letras diversas sobre distintos temas, un imaginario repleto de simbolismos y dobles sentidos y una fuerte identidad audiovisual que remata el universo sonoro. Tiene canciones divertidas y de inspiración retro que hablan de las noches en la ciudad, como i’ll drink to that. También canciones más oscuras, plagadas de misterio, que se asemejan más a un cuento intrigante, como el tapiz de los fantasmas pt. 1. Da igual lo que necesites en cada momento: Sélpide tiene bajo la manga una canción para ello.
“siento que cada vez se va trasladando más a otras narrativas de las industrias culturales”.
Un proyecto de estas magnitudes no es algo que venga de un día para otro: Sélpide lleva trabajando en el concepto del Museo durante mucho tiempo. Así lo ha dejado ver en sus redes sociales desde el principio, si bien de manera críptica e imposible de descifrar para su público. Hoy en día estamos acostumbrados a desentrañar los mensajes subliminales de Taylor Swift, Charlie XCX y otros grandes artistas del panorama, pero ¿cómo gestiona su presencia e imaginario un artista independiente?
“Yo creo que la clave está en plantearlo, en lugar de como un proyecto a la vieja usanza, como en una era. Es como se plantea ahora todo, sobre todo en música, aunque siento que cada vez se va trasladando más a otras narrativas de las industrias culturales”, nos dice Sélpide.
“Si simplemente te centras en una fecha definitiva de salida para mostrarlo todo, es como si el proyecto empezara y acabara ese día. Pero si tú a ti mismo te vendes la moto y dices: estamos en esta era. Todo va a girar en torno a estas cosas. Además, si estás trabajando todo el tiempo en algo, es normal que veas cosas que te recuerdan a ello, y es muy fácil crear contenido relativo a algo que tienes todo el tiempo en tu cabeza.”
“Especialmente en el caso de artistas de cualquier disciplina emergente, cuya buena parte de nuestras preocupaciones es pensar en cómo vivir de esto, cómo puedo hacer más, la respuesta siempre es: solo si me escucha, ve o me conoce más gente. Es una industria donde se cobra tan poco que necesitas mucha audiencia para subsistir de ello. Si no consigues mantener el hype o crear cierto universo alrededor de tu persona es muy difícil que llegue un día en el que resultes lo suficientemente interesante como para que llegues a la industria. Que consuman tus cosas y puedas vivir de ello. Pensando en que tengo que comer, en realidad ha sido fácil”.
La presencia en redes es imprescindible para un artista emergente, y así nos lo confirma Sélpide: “Mi alcance (de mierda) ha crecido un poco. Cuando ahora posteo cosas muy de nicho tienen treinta likes, y hace un año tenían diez. Lo cual quiere decir que hay veinte personas más que están en la movida de ‘no entiendo nada, pero me encanta’”.
El mundo de Sélpide no acaba en los posts de redes; cada single del Museo ha ido acompañado de un videoclip o lyric video que alimenta y completa la propuesta artística de su respectivo. Y es que el aspecto audiovisual es fundamental para la artista, que tiene formación en cine y siempre se ha encargado de dirigir, montar y producir sus propios videoclips. Tanto, que hasta podría decirse que la vertiente cinematográfica alimenta a la musical y viceversa.
“Siempre se pisan”, nos dice. “Me di cuenta cuando publiqué Al otro lado del puente, la primera novela que publiqué de manera tradicional (la primera que escribí está en Wattpad, y para más inri se titula Una canción que nunca acaba); en ambas la música juega un rol super importante, y me di cuenta de que no puedo hacer literatura si no hay presencia de las dos cosas. También a la hora de contar historias a través de lo audiovisual. Yo soy una persona que viene de la edición, y me empezó a interesar el cine porque me gustaba editar vídeos. Y en la edición, independientemente de si hay música o no, hay unos ritmos que funcionan como el lenguaje musical y marcan lo audiovisual. Ahí me di cuenta de que no puedo contar historias desde lo audiovisual sin la música.”
“La literatura, en cambio, es el medio más lacking a la hora de mezclar disciplinas, porque solo tienes las letras. No puedes superponer capas de distinto contenido. En cambio, a través de la música puedes crear narrativas de tres minutos en vídeos o en materiales complementarios que se respaldan tanto a nivel de letra, como en la construcción de cada canción, como a nivel de estética…”
“Me he dado cuenta de que la forma más accesible que tengo —con los recursos que tengo— de montarme mis narrativas y de contar historias es pudiendo aportar algo en cada una de las disciplinas que trabajo. Yo no puedo pensar en una canción sin pensar en el contenido audiovisual que va a ir asociado a su música, o sin pensar en el estilismo, en el diseño de personaje… Esto son cosas que en cine y literatura serían más difíciles de llevar hacia delante sin grandes recursos”.
Así pues, Sélpide escribe novelas, dirige videoclips y canta canciones. A priori pueden parecer trabajos completamente independientes, pero si echamos un vistazo a la totalidad de su obra, podemos observar imágenes y simbolismos que se repiten en sus distintas disciplinas. ¿Será que la artista comparte un mismo imaginario para todas sus historias, independientemente de su formato? ¿Existe un Sélpideverse? Y si es así, ¿qué papel juega en el Museo?
“He de decir que yo sí concibo el Sélpideverse literario, en el que todo está relacionado de manera explícita. De hecho, estoy escribiendo una novela en la que todos los personajes ya aparecen en mis novelas anteriores. Yo no sé hacer las cosas de otra manera, y el Sélpideverse literario es así. Y en el aspecto musical, aunque a nivel narrativo no tienen tanta relación, en el tapiz de los fantasmas pt.1 se dice: “prometí contar la historia y voy a hacerlo”. Ahí me refiero a Al otro lado del puente, porque prometí escribir esta novela y lo hice”.
“Pero, aunque sí que hay una continuidad temática o se repiten una serie de imágenes que podríamos considerar el Sélpideverse, el Museo para mí es otra cosa. No hay continuidad directa entre las historias y las canciones. Las canciones las trato desde un prisma más personal, y las historias sí que son totalmente ficticias. Pero creo que la forma que tengo de contar ambas es muy parecida; hay elementos que utilizo en ambos aspectos.”
“No podemos contar historias si no hay alguien escuchándolas”.
Hoy en día, las narrativas transmedia son un hecho y muchos artistas hacen uso de ellas para trasmitir todo el imaginario de su obra a través de distintos medios y formatos. Ya no solo estamos hablando de complementar una canción con un videoclip, sino también comunicar esa historia a través de fotografías, diseño gráfico, tweets… Las redes sociales son el nicho perfecto para atrapar al público y embutirlo del universo del artista poco a poco.
“Hay artistas que son menos de narrativa, pero para los que sí lo somos es muy guay vivir en un momento histórico donde puedes aspirar a que la gente entienda las pistas que vas dejando. Yo las dejo ahora y apenas nadie las descifra, y podría darse el caso de que nadie lo haga nunca, pero no por ello dejaría de ponerlas, porque me sale solo. Es muy guay que ahora haya más gente que quiera comprenderlas.”
“Cuando era pequeña, estaba obsesionada con que Lorde hablara de dientes todo el rato en sus canciones. Yo pensaba, ¿serán pistas? Y cuando le preguntaron ella dijo que no se había dado cuenta, que le da mucho por referenciarlos porque son parte de su imaginario. Entonces está muy guay, como artista diminuta que soy todavía, y llevando muy poco tiempo haciendo cosas, darme cuenta de que yo también tengo un imaginario y una narrativa natural que viene a mi boca y a la que termino haciendo referencia cada vez más a menudo.”
Sin duda, los últimos singles, junto a la promesa del Museo, han llamado bastante la atención al público, y no solo han aparecido nuevos oyentes y seguidores, sino que también ha surgido el primer club de fans de Sélpide.
“Es algo muy, muy guay. Yo el día que lo vi pensé: “¿Es normal que esto me haga más ilusión que otras cosas que son objetivamente hitos de una carrera?” Esto es lo que yo quiero. Quiero que haya gente tan desquiciada como yo. Yo empecé a hacer esto porque me inspira mucho la gente que lo hace.
He crecido (y sigo creciendo) como persona muy en base a gente que cuenta historias y me ayuda a entenderme mejor, y a entender las cosas que necesito. Me obsesiono como consumidora y me obsesiono para estar a ese otro lado. Como yo no puedo coger a Lorde y pagarle con dinero todo lo que ha hecho por mí en esta vida, porque es impagable, decido hacer lo mismo por otra gente. O intentarlo, por lo menos. Que haya veinte o treinta personas a día de hoy que quieran estar desquiciadas conmigo equivale a que hay veinte o treinta personas a las que puedo devolver lo que me han dado a mí en su momento. Y eso es lo que quiero.”
Si quieres llevar a cabo un proyecto artístico es porque tú tienes una visión sobre algo; es algo que tienes que sacar de ti y aporta algo al mundo. Y el mundo cambia a raíz de eso. “He visto que algo ocurre de una manera, me he dado cuenta de una cosa, y quiero que os deis cuenta vosotros también; y voy a contarlo de forma que podáis daros cuenta de esta realidad”.
Esta reflexión es parte de la tesis del Museo, donde Sélpide se divide en tres alter ego diferentes que conducen al espectador a través de las diferentes galerías: el Life-curator, el Writer y el Magician. Dichos personajes son mencionados en la canción hubris, y aunque la artista ya ha dejado caer que son parte fundamental del proyecto, hoy hablamos con ella concretamente de este punto.
“El Life-curator es el “me he dado cuenta de algo”. El Writer es “cómo cuento esta cosa de la que me he dado cuenta de forma que el resto de la gente la vea como la veo yo”. Es decir, yo veo algo en la calle que me emociona, pero igual hago una foto de eso y nadie lo va a entender. Tengo que trasladar esa historia a un idioma que pueda comprender la gente. Y el Magician se sube al escenario y sabe cómo transmitir esa historia a la gente para que le llegue. Creo que todo proceso artístico o todo proceso de formación de identidad —porque para mí es lo mismo— se compone de estas tres figuras.”
Estos personajes son parte del concepto del Museo y resumen perfectamente su intención, pero no es fácil trasladar conceptos filosóficos a un formato musical.
“Es muy difícil”, relata Sélpide. “El Museo tiene canciones que hablan explícitamente de manera meta sobre toda la narrativa, y hay canciones que no. hubris, que ya ha salido, habla explícitamente del Museo, de las distintas exposiciones y temas. Y se menciona a los personajes: “Life-curator, Writer and Magician, got three different names for one religion”. Necesitaba que hubiera al menos una canción como esta, donde se mencionen los diferentes roles, para que a partir de ese texto se pueda analizar el resto, que es más ambiguo, de modo que digas “ah, esto se menciona por algo”. De modo que, si quería que hubiese tres personajes, tenía que haber también tres estilismos distintos, uno para cada personaje, y tres formas de presentarlos visualmente. O sea, que todo material complementario audiovisual pueda ser asociado a uno de los tres personajes, casi como en una serie de animación.”
Sélpide recupera además uno de sus simbolismos más recurrentes. En 2021 sacó un EP titulado The Third Eye Club, donde la metáfora del tercer ojo era el eje fundamental del proyecto. No es un secreto que este tercer ojo sigue presente en el imaginario de la artista, y esto afecta también a los personajes.
“Dependiendo del estado en el que se encuentre ese tercer ojo, vemos a un personaje u otro. Como ahora mismo solo hay un videoclip es más difícil de analizar, porque solo habéis visto a un personaje. Pero dependiendo de si el personaje lleva parche, la línea del tatuaje o nada, está en un estado o en el siguiente. En este caso decidí guiarme por lo visual, porque al ser un proyecto conceptual me apetecía que no estuviese solo en la música, aunque también lo está en la música.”
“Hay también una pista que todavía no podéis saber, pero el territorio de cada personaje se distingue en cuanto a cuántas palabras hay en el título de la canción y un sonido característico que se repite en todas las canciones de dicho personaje. Por ejemplo, i’ll drink to that son cuatro palabras y pertenece a Life-curator, y forma parte de un proyecto donde hay presente una cámara de vídeo, de modo que todas las canciones que tengan cuatro palabras en el título y tengan un ruidito como de cámara pertenecen al Life-curator. En la producción hemos metido pequeños guiños para que puedan diferenciarse en cada aspecto, un poco en lo visual, un poco en lo sonoro… Y hasta a nivel narrativo: de nuevo, si la canción habla de una ciudad, pertenece a Life-curator, pues es un personaje que necesita estar en sitios para ver las cosas que le interesen.”
“En cambio, red velvet va sobre personas, sobre referentes, y tiene dos palabras, además de un sonidito como de coro diciendo “amén”. Pertenece a Santoral. Las canciones que solo tienen una palabra, como hubris, y tratan sobre una historia ficticia, se corresponden al Writer, y tiene como sample particular un sonidito que tenía una cadena de cines en los noventa a la hora de poner los trailers. El Writer habla de lo ficticio, coge la realidad y la transforma. Es una construcción muy lograda, pero creo que es más fácil de comprender una vez lo tienes delante. Así que esto ha sido el intento que hemos hecho de encauzar todas las cosas”.
Aunque Sélpide se ha autoproducido desde el principio, el Museo es un proyecto mucho más ambicioso, y no habría sido posible sin la ayuda de más productores. Pero ¿cómo afronta una persona el transmitir toda su visión artística a un posible compañero?
“Ha sido un viaje, realmente. Mi idea era hablar de la identidad y de cómo se construye a través de referentes muy concretos. Te puedo hacer una canción sobre Lorde y otra sobre Pokémon, porque mi identidad se construye a través de estas contradicciones y complejidades. Partiendo de ahí, a nivel sonoro y formal quería que el proyecto también se sintiera como una amalgama de cosas, así que en lugar de tener a una persona que produzca todas las canciones, exceptuando a un par de productores, cada una de las trece canciones está producida por una persona distinta, así que he tenido que explicar esto muchas veces.”
“Lo que hice, aparte de quedar en persona con la gente y explicarlo todo lo mejor posible, fue hacer un dosier. Yo soy una loca de los dosieres: me gusta hacerlos elaborados y muy visuales. Esto fue clave, porque en el aspecto audiovisual también he tenido que explicar esto, y a gente coreana. Es otra movida. Pero una parte fundamental de este proyecto es OSKAR OKAY (she/them), que es la productora con la que he estado trabajando en Seúl, donde hemos grabado once de las canciones de esta era. Estuvimos una semana trabajando diez horas al día en el estudio, más las horas por delante y por detrás haciendo más trabajo en casa. Acabamos las dos fatal. Antes de eso, Oskar había producido sabes qué?, una canción que tengo con Allie Lune, y así descubrí que son íntimas amigas.”
“Antes de irme a Corea quedé con ella en Barcelona y le conté por encima el proyecto. Oskar me dijo que necesitaba a alguien que me llevase la producción, aunque las canciones las produzcan gente diferente, para unificarlo todo. Y después de trabajar muy poquito con ella me di cuenta de que era la persona que necesitaba. Una gran parte de por qué este proyecto puede funcionar a todos los niveles es por Oskar. Ella supervisa todas las canciones conmigo, así que no tengo que explicarle a cada productor, “necesito que metas aquí este sample en concreto”. Sino que cuando Oskar está supervisando le digo “tía, mete aquí el sample de Santoral en el segundo tal”.
“Aunque yo soy una persona que se mete mucho en la producción y tiene muy claro cómo quiere que suenen las cosas y trabajo mano a mano en todo momento con mis productores, sin Oskar nada tendría sentido. Este proyecto le debe muchísimo. Muchísimo. Así que eso ha sido una de las cosas que han ayudado a que esto salga para adelante. Y los dosieres, claro”.
Una de las principales trabas que tienen los artistas emergentes es la falta de medios para llevar a cabo sus proyectos. Esto no solo implica una falta monetaria, sino también humana. Al final, la mayoría de los pequeños artistas tienen que aprender a autogestionarse solos, y Sélpide lo sabe muy bien.
“Aunque he tenido ayuda de más gente, yo al final he llevado la mayor parte del proyecto. He sido directora de diseño gráfico, he hecho promo, dosieres… En los videoclips era yo quien hacía los storyboards, quien preparaba la producción, dirigía, montaba. Pero es algo que no recomiendo. No podemos romantizar esto, es horrible. He tenido problemas de salud por esto. Pero ha salido un buen resultado”.
“Yo lo he tenido que hacer así por tiempo, sobre todo; pero si para poder hacerlo de la manera correcta hay que tardar más. Se tarda más”.
No cabe duda de que labrarse un camino en la industria musical conlleva sacrificio y esfuerzo constantes, y en ello Sélpide es más que veterana. El Museo está más cerca que nunca, y cada vez hay más gente deseando descubrir todas sus exhibiciones. La artista, en cambio, aguarda su momento de compartir todo lo que hasta entonces era solo suyo, o casi suyo, con el resto del mundo.
“La última canción del Museo, la número 13, tiene un pequeño spoiler en su última frase: “Bienvenidos al Museo, sepan todos que no va ni de mí ni de ellos, el tapiz de los fantasmas se tejió en nosotros”. Este proyecto no trata sobre mí ni sobre mis referentes, sino del espacio que queda entre unos y otros. De lo que se crea a raíz de esa combinación”.
“Considero que cada persona se construye su propio Museo robando las obras con su personalidad. Yo quiero que tú salgas de este Museo pensando: ¿cuál sería el mío? ¿Qué reflejarían los trece marcos dorados en mi caso? ¿Cuáles serían mis referentes? Porque en el viaje que he hecho yo a la hora de pensar sobre esto me ha ayudado a entenderme. A estar muy en paz conmigo misma”.
“He pensado muchísimo en Pokémon y mi salud mental ha ido a mejor, en serio. No es ni pensar en ti ni pensar en ellos: es (a un nivel menos metafórico) por qué esta cosa que me llega, me llega. Por qué me atrae lo que yo estoy viendo aquí, y qué dice eso de mí como persona. Así que ojalá el Museo ayude a gente a estar muy en paz, a tener claro quién es. No como algo desafiante, sino como un simple “soy”. Un ejemplo para hacerlo tú mismo. ¿Qué lugares, historias, ciudades personas te han marcado más? Y de ese mejunje ¿qué sacas? Además, me encantaría que la gente hiciera sus Power Points de cuáles son sus Museos”.