La música y los artistas LGTBIQ+

José Antonio Moral

La música, como cualquier otra manifestación artística, no puede concebirse sin la persona a la que cada creación va ligada, de manera inexorable; puesto que es el autor quien crea, las obras musicales, a lo largo de la historia, han permitido ser una vía a través de la cual transmitir sentimientos, denunciar realidades sociales y provocar movimientos y revoluciones culturales.

En este aspecto, el colectivo LGTBIQ+ siempre ha entendido el arte, en sus más diversas formas (música, teatro, caracterización, literatura…) como una vía de denuncia y de reivindicación de sus derechos y libertades, amparado por el beneficio del anonimato o la ilusión de irrealidad que acompaña al artista, de que lo que se proyecta en sus canciones y obras no representa fidedignamente su realidad. Esto, en tiempos de opresión, resultó fundamental, puesto que el beneficio de la duda y las libertades que se concedían al arte permitieron utilizarlo como canal de expresión sobre el que forjar y basar movimientos reivindicativos posteriores.

Centrándonos en lo musical, David Bowie (que en alguna ocasión se declaró bisexual) fue uno de los grandes pioneros en la introducción de elementos no cisnormativos en su arte, creando en varias ocasiones personajes andróginos a los que convertía en diferentes proyecciones de su alter ego, difuminando claramente la línea entre lo masculino y lo femenino y siendo cuestionado (aunque mucho más alabado) por ello. Maquillaje, vestimenta y carisma sirvieron como caldo de cultivo para que muchos artistas, animados por esa nueva línea estética y de liberación, siguiesen sus pasos, como gran parte de los grupos de glam de la década de los 80.

Moviéndonos hacia la actualidad, y con bastante recorrido andado en cuestiones relacionadas con los derechos básicos del colectivo LGTBIQ+, existen gran cantidad de artistas que manifiestan abiertamente su condición sexual y que participan activamente de la creación musical, destacando entre ellos músicos tan brillantes como Anohni, Arca o SOPHIE.

La primera de ellas, Anohni, es una mujer transgénero, durante largo tiempo perteneciente a la banda Anthony and the Johnsons y que ha realizado numerosas colaboraciones con otros grupos y artistas, como Hercules and Love Affair (cuya canción Blind fue elegida por varios medios como mejor canción del año 2008) y Björk. Sus últimos trabajos, entre los que figura el aclamado y premiado Hopelessness (2016), gozan de una gran creatividad musical, con sonidos oscuros y esa voz característicamente andrógina que la cantante lleva como sello de identidad; las letras, profundamente relacionadas con problemas actuales como la corrupción política, el cambio climático y los derechos de las mujeres, no hacen sino añadir aún más genialidad a la ya de por sí excepcional calidad musical de que goza el álbum.

SOPHIE, artista emergente por excelencia del 2018, tiene a sus espaldas una gran carrera en la industria de la música, siendo productora de artistas como Madonna, Charli XCX y Vince Staples. A pesar de haber lanzado varios singles y recopilaciones durante los últimos cinco años, su verdadero despegue como compositora y autora musical comienza en 2017, con el lanzamiento de su single It’s Okay To Cry, antesala de su primer disco de larga duración, titulado Oil of Every Pearl’s Un-Insides (fonéticamente similar a I love every person’s insides) que ha presentado este año.

Identificada como transexual, SOPHIE presenta una estética asociada a su música pulida, extravagante y perfeccionista, que aboga por la utilización de cirugía, prótesis y cosméticos para conseguir la imagen perfecta, viéndose como una parte más de la realidad y desmitificando los conceptos negativos asociados a la artificialidad (como se narra en su canción Faceshopping). Sus sonidos, difícilmente encajables y clasificables dentro de cualquier categoría musical, representan una transgresión completa del pop tal y como se conoce, elevando miras y estableciendo una nueva guía a seguir en la creación musical (y que, sin duda, será influencia para muchos artistas en el futuro). Sonidos electrónicos cortantes, voces distorsionadas y una producción majestuosa e impecable hacen de su música un plato difícil de digerir al principio, pero que se presenta como un mundo maravilloso y desconocido una vez retirado el primer envoltorio.

Arca, artista homosexual procedente de Venezuela, es un importante productor y compositor de música electrónica, que ha colaborado con artistas como Kelela y Björk, además de producir su propia música. Siendo sus lanzamientos iniciales exclusivamente instrumentales, Arca recibió una sugerencia por parte de Björk para utilizar su voz como “un instrumento más” durante su colaboración con la misma para producir su álbum Utopia, uno de los principales lanzamientos de 2017 y donde la mano de Arca se nota en cada melodía. Así, Arca lanzó el año pasado su disco homónimo, donde estéticas y temas grotescas se funden con la más inmensa ternura y un tratamiento de su propia voz sin precedentes, que crean sonidos únicos, inquietantes y conmovedoramente bellos. Su estética, variable y difícilmente catalogable, sigue una marca personal que provoca en el espectador fascinación y repulsión a partes iguales, pero que, sin duda, le coloca a la vanguardia de la escena musical actual.

Con cada aportación y manifestación artística, personas pertenecientes y defensoras del colectivo LGTBIQ+ colaboran y ayudan en tareas de denuncia, visibilización y normalización de la situación de dichas personas, utilizando para ello una de las armas más poderosas que existen, donde las reglas apenas existen y la creatividad se valora tanto como el impacto social que genera: la música.

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