Natalia Sánchez | Fotos: HBO
La mayoría de las personas cuando pierden a un ser querido necesitan ver el cuerpo sin vida, y por ello las autoridades, en el caso de las desapariciones, incluso cuando se sabe que ha muerto, tienen la obligación de hacer lo posible para encontrar el cuerpo, para que las familias lo vean, para que puedan empezar el proceso del duelo y poder poner un punto final. Pero… ¿y si el 2% de la población de la Tierra desapareciera, se desvanecieran y que nadie pudiera dar una explicación de a dónde han ido, si siguen vivos, si han muerto…? ¿Se puede seguir adelante, se puede superar algo así o nos aferraríamos infinitamente a la posibilidad de encontrarlos? Pues con esta premisa, la angustia de no saber, comienza “The Leftovers”, con un piloto impresionante el 14 de octubre, el día de la Marcha Repentina, la ‘Ascensión’. ¿Sería una señal de que el fin del mundo andaba cerca? El 14 de octubre marca un antes y un después en la historia de la humanidad y la dividirá en diferentes creencias, provocando el origen de sectas.
Puede que una vez leída la sinopsis se tiende a imaginar algo apocalíptico y la típica trama, pero no, esto es otro rollo… se centra más en las emociones que en las soluciones, ya lo avisó Damon Lindelof, “se adentra en la vida de unos personajes buscando la emoción más allá de las respuestas”, y por si no había quedado claro, la canción de cabecera de la segunda temporada recalca “let the mystery be”.
“The Leftovers” es una serie emocionalmente demoledora, que aborda temas incómodos, la pérdida, la muerte y la resurrección, de la naturaleza del ser humano, de la religión y lo que esta supone. Habla de la fe y la falta de ella. El mal, la locura, el bien y el mal, la angustia, el vacío. La ciencia y la creencia. Dura, catártica, devastadora y fascinante, sin duda no se creó para gustar a todos y no todos conseguirán disfrutarla y entenderla, es un universo en sí misma, una constante paradoja que te rompe el corazón y divaga entre la vida y la muerte, y no es para todo el mundo porque precisamente no busca serlo. Cuestión de fe, la ciencia y la creencia, como decía antes, que según lo que creamos o no, elegiremos de cuál de las dos partes estamos, ambas o simplemente, dejarlo estar. Y a parte de todo esto, también trata de una gran historia de amor, de saber aceptarse, luchar y destruirse juntos…
Tal vez, porque va más allá y trata de sentir es tan difícil describirla… Sin duda es una de las mejores series de los últimos años que ha ido superándose temporada tras temporada, sin estirar el chicle, desde que se estrenó en 2014 hasta la emisión de su último capítulo en verano de 2017. Escrita por Damon Lindelof, uno de los creadores de “Lost” (Perdidos), lo cual se aprecia en los que desaparecen, los que se quedan, el bien y el mal, Australia, ¿universos paralelos/purgatorio?, el pozo, el submarino, el otro lado… y mm… Kevin, esa barba me suena. Ambas maravillosas series juegan con los mismos signos, algo que va más allá. La serie está basada en el libro de Tom Perrotta, que también ha sido guionista. Durante sus tres temporadas hemos observado un universo calado de dolor real y a la vez fantástico, esas dudas, temores… ese golpe que nos da en la cara la vida cuando reconoces con toda seguridad que hay ausencias que jamás volverán, y lo que nos quieren decir es que hay que sobrevivir, vivir con todo ello.
El elenco está en estado de gracia, inconmensurables, sobresalientes, y más de una vez sin necesidad de palabras. Enormes Carrie Coon y Ann Dowd (bravísimas), Liv Tyler, Amy Brenneman, Christopher Eccleston y Justin Therroux, un regalo en cuerpo y alma (entre muchos otros/as). Personajes devastadores y rotos, imposibles de olvidar, te dejarán con el corazón quebrado.
Y otro factor que cuenta como un actor más: la música, imprescindible. Elegida meticulosamente para cada capítulo con la intención de que contara y aportara algo más a la historia, la selección y uso de los temas ha sido una maravilla, un acierto total y clave, reforzando así la historia y las emociones de los personajes, siempre en el momento justo, para ensalzarlo todo más, mis favoritas: “Ne Me Quite Pas” de Nina Simone, “Nothing Else Matters- Instrumental Version” de Apocalyptica, “Where Is My Mind” de Pixies, “You’re the One That I Want” la versión de Lo-Fang, “Laughing With” de Regina Spektor, “Homeward Bound” de Simon y Garfunkel, “Que C’est Triste Venise” de Charles Aznavour, “Never Gonna Give You Up” de Rick Ashley y “Take On Me” de A-ha (dolorosísima, por cierto).
Y por otro lado la música original de las partituras de Max Richter, te transmite el dolor y la angustia, el pesar, la desesperación… pero a la vez esperanza, una obra de insólito calibre. Aquí algunas de las mejores: “Main Tittle Theme”, “The Departure”, “Only Questions”, “She Remembers”, “Storybook”, “A Crowd of People Turned Away”, “Nothing’s Gonna Stop Me Now” y “The end of all our exploring”.
Esta serie te atrapa y episodio tras episodio (aunque haya alguno que otro que se hace pesado) es inevitable no preguntarse como acabará todo esto, y no lo sabrás hasta que está a punto de consumirse, pero confíe, te deja con la boca abierta. Una extraña maravilla, brillante, un misterio… imprescindible y única. Emocionante viaje, “we remember” decían (o mejor dicho, escribían) los del Remanente Culpable, y tenían razón, desde luego que esta serie es inolvidable.