Andrea Arnold nos recuerda en ‘Vaca’ su obsesión por la observación y por las historias complicadas y sombrías
Alba Blanco
El largometraje ‘Vaca’ de Andrea Arnold presentado en el Festival de Sevilla nos recuerda la obsesión de la autora británica por la observación y las historias complicadas y sombrías.
Andrea Arnold abandonó los estudios a los 16 años, a los 18 ya estaba rumbo a Londres y empezó a hacer círculos de amistades con artistas. Se dedicaría al baile, a la interpretación, a escribir. Pero sobre todo a una cosa por encima de todas: a observar. Hija de una madre adolescente, que a los 22 años de edad ya tenía cuatro hijos, Andrea Arnold ha sido definida en muchas ocasiones como una directora “oscura” y “sombría”. Algo con lo que ella nunca ha estado demasiado de acuerdo.
En una entrevista al Festival de Sevilla afirma: “Crecí en una familia de clase trabajadora, así que se podría decir que escribo de lo que conozco. Pero, a diferencia de lo que algunos críticos han dicho de mi trabajo, no creo que mis películas sean sombrías y desoladoras”.
‘Vaca’, su nuevo largometraje, es una película observacional en la que acompañamos a una vaca, Luma. La película es de una crudeza absoluta. Andrea Arnold nos cuenta cómo es la vida de una vaca en una granja y cómo se obtiene de esta todo lo que luego se vende en la industria alimenticia. El toque de Arnold es visible en todo momento. El tipo de planos, los movimientos de cámara, el empleo de la música folk y pop para acompañar momentos muy duros.
Andrea Arnold: violencia y resiliencia
En “Red Road” y “Fish Tank” la violencia está muy presente. No solo física o psicológica, sino en sus actos más ínfimos. En las miradas desoladoras de sus personajes, en los silencios atronadores, en un “no”, en una respuesta inesperada, en el llanto invisible de una madre que está sola, en la agresividad de una adolescente, en el alcoholismo.
En “Red Road”, Jackie trabaja en el ayuntamiento de Glasgow donde observa las imágenes de las cámaras de vigilancia ubicadas estratégicamente por la ciudad. Se pasa el día mirando a gente por razones de seguridad, es una profesión un poco especial. Vive sola. Un día ve en uno de los monitores a un hombre al que creía no volver a ver nunca y no tarda en enterarse de que ha salido de la cárcel antes de tiempo por buena conducta.
En Fish Tank, Mia, una adolescente quinceañera problemática, que no encaja en el sistema escolar y es rechazada por sus amigos, tiene que enfrentarse a los constantes novios de su madre.
Ambientes decadentes, personajes que salen adelante, un toque británico rebelde mezclado con el cine social de Ken Loach, hacen a Andrea Arnold una directora única, irrepetible y subversiva. Parafraseando al fotógrafo estadounidense Elliot Erwitt, “la fotografía es el arte de la observación, y solo en ella se encuentra algo interesante de aquello ordinario”.