La cinta repasa los primeros pasos del magnate en el mundo de los negocios
Un pequeño millonario va desarrollándose hasta convertirse, inevitablemente, en un enorme (y peligroso) cretino. Ali Abbasi, cineasta iraní conocido y celebrado por su último proyecto, Holy Spider (2022), presenta esta historia en nuestras salas bajo el título de The Apprentice este próximo viernes. El film explora los años de formación de un joven Trump, que va aprendiendo todo lo que necesita sobre especulación inmobiliaria, escalada social, corrupción y malversación de fondos de su mentor, el abogado Roy Cohn. En este Frankenstein de los años 70, el monstruo vuelve a escaparse del control de su creador, degenerando en la polémica figura que todos conocemos hoy día.
Un relato como el de el político estadounidense presenta un reto considerable al ser adaptado a la gran pantalla, reto que The Apprentice no supera al completo. Su buen ritmo narrativo, el curioso efecto televisivo utilizado para la película y las espectaculares actuaciones de Sebastian Stan como Trump, Jeremy Strong como Roy Cohn y Maria Bakalova como Ivana Trump te dejan satisfecho cuando abandonas la sala de cine. Pero, si te paras a pensar en lo que acabas de ver resulta difícil no preguntarse si la película cuenta algo nuevo o si no es más que la representación de hechos de conocimiento popular.
Aunque quizás esta no es la pregunta correcta. La película no tiene por qué servir como un proyecto de investigación que indague en la vida de esta polémica figura, pero su retrato resulta algo superficial. El resultado funciona más bien como un esbozo interesante que como una reveladora introspección del personaje.
¿Por qué esta película?
Cuesta ver qué fue lo que llevó a un cineasta como Abbasi a querer contar esta historia de esta manera. Su Trump no presenta los matices que uno espera ver en el protagonista de una película, sobre todo al tratarse de una personaje real. La cinta confirma lo que ya sabíamos o lo que podíamos imaginar del magnate de los negocios. Muestra la corrupción como verdadera fórmula del éxito de Trump, pero se deja mucho atrás. Que un delincuente como Trump haya llegado a la presidencia de uno de los países más influyentes del mundo y esté ahora intentando volver a instalarse en la Casa Blanca es difícil de creer si se tiene en cuenta que ninguna de las ilegalidades realizadas por el empresario (tan solo en esta película) eran desconocidas para la audiencia, y peor aún, los votantes.
Abbasi presentó el film en la última edición del Festival de Cannes diciendo que “en realidad esta película no es sobre Donald Trump, sino un sistema y cómo funciona“, un punto de vista que queda finalmente desdibujado en la pantalla pero que parece mejor protagonista para esta historia.
Asuntos pendientes
Pero el ex-presidente también se queda corto, aún con muchos puntos interesantes que la película nos pone sobre la mesa. Una falta de humanidad cada vez más latente conforme avanza la trama, cómo utiliza a las personas a su antojo para luego desecharlas sin inmutarse o cómo llegó tan alto sin ser precisamente una persona brillante.
Pero sobretodo, un tema que demandaba una mayor exploración es el odio de Trump hacia las mujeres. Desde su madre, que le quiere, protege y se enorgullece de él pero a quién ignora sin demostrarle ningún tipo de afecto. También a su mujer, de la que se enamora (y obsesiona) a primera vista, pero a la que pronto desprecia y maltrata.
Son tantas las capas que esconde un personaje de aspecto tan simple que quizás es la inexistencia de una explicación ante la falta de humanidad de sus actos lo que nos deja con sed de saber más de alguien a quién es imposible entender.
Aunque The Apprentice no tenga mucho que decir lo que cuenta lo hace bien, resultando disfrutable para todo aquel que quiera decir “lo sabía” al acabar la proyección.