Cristina Domenech nos cuenta la vida de lesbianas victorianas en ‘Señoras que se empotraron hace mucho’
Sara Pardo
“¿Dónde están las lesbianas en la historia?” se preguntaba una Cristina adolescente. Lesbianas y bisexuales (al igual que el resto del colectivo) ha habido siempre. El problema es la constante invisibilización y falta de testimonios que están recogidos. Obviamente en una época en la que el matrimonio solo se contempla como la unión de dos personas heterosexuales, todas las personas del colectivo lo esconden o reprimen. Sin embargo, hay unas cuántas mujeres de las cuales hemos podido salvar sus historias románticas que, con la vida personal que muchas llevaban, tampoco era de lo más sorprendente.
Cristina Domenech escribió Señoras que se empotraron hace mucho después de que sus hilos de twitter narrando las historias de lesbianas del siglo XVIII fuesen virales. Yo leía con entusiasmo las historias y cuando fueron pasadas al papel no pude hacer otra cosa que devorar la novela. Cristina habla de diferentes mujeres (lesbianas o bisexuales) que mostraron su identidad y desafiaron a la sociedad pese al castigo que eso conllevaba.
Ser lesbiana en el siglo XVII, XVIII o XIX podía sobrellevarse, a fin de cuentas había mujeres que se iban a vivir con otras y no era un escándalo. ¿Por qué? Porque se creía que las mujeres no tenían deseos carnales, por lo tanto, no había peligro de pecar. En el caso de los hombres la homosexualidad sí que estaba castigada porque ellos tenían libido. Detrás de esta fachada de amigas se ocultaba en muchos casos el romance entre mujeres, pero hay historiadores que intentan esconderlo en la llamada “amistad romántica”. Incluso si se escribían que querían pasarse las horas besándose o juraran no casarse con hombres y vivir juntas para la eternidad.
La amistad romántica era símbolo de virtud y estaba perfectamente normalizado. Lo que supone ciertos problemas para averiguar si de verdad eran solo amigas muy intensas o estaban enamoradas la una de la otra. En los ejemplos que nos proporciona Cristina, eran claramente lesbianas.
La historia de Las Damas de Llangollen
En Señoras que se empotraron hace mucho se cuentan la historia de hasta 19 mujeres lesbianas. Mi favorita es la de la vida de Las Damas de Llangollen, Eleanor y Sarah, dos mujeres de familias de clase alta que se enamoraron perdidamente y se escaparon de Irlanda a Gales para poder vivir juntas en una casa en el campo. El padre de Eleanor no podía permitir que su hija muriese de hambre, por lo que le mandaba una paguita para que sobreviviese y se arrepintiera de escaparse. Spoiler: no funcionó.
Cómo ya mencioné antes, la amistad romántica era un símbolo de virtuosismo así que pusieron a Sara y Eleanor en un altar. La gente comenzó a pararse en su casa sin conocerlas y se hicieron famosas en todo Reino Unido. Diversos personajes ilustres las visitaron como Lord Byron, Walter Scott o Percy B. Shelley. Las Damas de Llangollen aparecían en postales y lo más surrealista es que el Rey Jorge II les otorgó por insistencia de su mujer, Charlotte, una pensión vitalicia. Mientras todo esto sucedía, Sarah y Elenaor cuidaban el jardín, estudiaban y encargaron una cristalería con las iniciales de ambas entrelazadas. A la par que se llamaban “mi amada” o “mi mejor mitad”.
Esta es solo una de las historias que recoge la autora en su libro. Agradecer infinitamente a Cristina que haya sacado a la luz a estas mujeres, volviéndolas visibles y referentes, creando un legado para que no se nos olvide la lucha de mujeres que amaron a otras. Las lesbianas están presentes en la historia y Cristina las ha salvado del olvido. Para finalizar, me gustaría citar a Cristina en la introducción de su libro: “son para quién las quiera, pero, sobre todo, son para quién las necesite”.