La nueva película de Antonio Chavarrías nos traslada a los misterios de una abadía del siglo IX
Sin duda, La abadesa prometía ser una de las películas más inquietantes de la Sección Oficial del 27 Festival de Málaga. En el oscuro siglo IX, Emma es la hija de un duque, educada en el oficio de la fe desde su infancia. La última voluntad de su padre antes de morir es la de ocuparse de una abadía desolado por las incursiones moriscas. Su misión es repoblar la tierra a través de la divulgación de la fe. Emma está decidida en su misión y piensa enfrentarse a quien haga falta para conseguirlo, ya sean los nobles, su autoritario hermano (Carlos Cuevas), los lugareños o las propias monjas.
La película, coproducida entre España y Bélgica, se propone formar un crudo retrato de la España de la época, situándonos en una tierra yerma y helada, donde la fotografía de Julian Elizalde nos hace sentir frío desde la butaca. Un reto especialmente complicado para departamentos como producción o vestuario del que han sabido salir airosos, haciéndonos sentir que somos parte de este siglo tan oscuro en la historia europea. La iluminación, la mayoría de veces justificada solo por la tenue luz de las velas, ha conseguido también un resultado notable teniendo en cuenta la sobriedad de la ambientación.
La historia se centra principalmente en su protagonista, Emma, y cómo su fe la convierte en una mujer cada día más férrea en sus convicciones. Su camino no es el más fácil; su misión, ya de por sí muy complicada, está repleta de obstáculos que solo su obstinencia puede superar. Emma empieza a tener encontronazos con otra monja del convento, Eloísa (Blanca Romero), una noble nutrida en las artes que no concibe una verdadera vida de servidumbre hacia Dios. Eloísa se impondrá ante las nuevas normas de Emma, que busca que la abadía funcione según la Palabra, e incluso tratará de desafiarla.
Por otro lado, Emma se tendrá que enfrentar a la tentación con la llegada de otro siervo de Dios, Eduard, el único dispuesto a apoyarla en su misión. Interpretado por Ernest Villegas, se convertirá en otra tortura para Emma al darse cuenta de que entre ellos se está forjando algo más que amistad.
Daniela Brown nos trae un personaje lleno de fuerza, capaz de transmitirlo todo con el rostro, la única parte de su cuerpo que podemos ver con claridad prácticamente durante toda la película. La actriz nos trae a su propia Lady Macbeth, cada vez más férrea y letal, dispuesta a todo con tal de conseguir su objetivo. Un primer protagónico que nos augura una carrera prometedora por parte de Brown.
La abadesa es una película ambiciosa y repleta de dificultades. La primera de ellas comienza en el guion, donde todavía han quedado cosas por pulir. El conflicto principal avanza con demasiada lentitud, introduciendo mientras otros personajes y tramas. Todas ellas dan voz a diferentes situaciones dentro del contexto histórico de la película, pero no terminan de enriquecer la trama de Emma y su viaje interno, que debería ser el más interesante. Salvo algunos momentos con Eloísa y la trama amorosa con Eduard (siendo esta la más interesante), el personaje de Emma consigue enfrentarse a sus obstáculos prácticamente sin pena ni gloria. Incluso el enfrentamiento final con su hermano resulta anticlimático. El espectador no termina de empatizar, admirar o temer a Emma lo suficiente para llegar al tercer acto deseoso de saber cómo va a concluir la película. El final, de hecho, ni sorprende, ni emociona, ni encoge el corazón.
Aunque la película tiene un mérito impresionante a nivel de caracterización y ambientación, se echa de menos esa misma atención en otros departamentos técnicos o artísticos, como la música. La banda sonora de Ivan Georgiev, por ejemplo, no se ha aprovechado tan bien como se habría podido en algunos momentos climáticos donde las escenas piden un enriquecimiento por parte de sus recursos estilísticos.
En definitiva, La abadesa es un filme de producción desafiante que ha contado con un equipo técnico y un reparto apabullante, creando un mundo tan verosímil como vivo y orgánico. Aunque la historia puede que no esté a la altura de su ambientación, cuenta con una espectacular protagonista y un retrato histórico realmente interesante y pocas veces representado con esta crudeza en las salas de cine.
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