‘Blue Moon’: La inefabilidad de lo ordinario

Richard Linklater estrena uno de sus mejores trabajos con la discreta Blue Moon, sobre el legendario letrista de Brodway, Lorenz Hart.

Hart y el compositor Richard Rodgers forman uno de los dúos creativos más reconocidos del musical estadounidense. Al menos así es hasta la noche del 31 de marzo de 1943, cuando Hart se enfrenta a su mermada autoestima y decadencia física en el final de interminables vasos de bourbon. Mientras, su exsocio estrena con éxito junto a su nuevo compañero el rompedor musical ¡Oklahoma!

Fotograma 'Blue Moon'. Foto: Sony Pictures
Fotograma ‘Blue Moon’. Foto: Sony Pictures

El naturalismo de Linklater

Con Blue Moon, Linklater retoma su interés por los biopics sobre mitos de la historia del cine, seguida muy de cerca por la esperadísima Nouvelle Vague. La cinta, que cuenta la historia del rodaje de Al final de la escapada de Jean-Luc Godard, le valió en mayo de este mismo año la nominación a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Precisamente esto podría jugarle en contra a Blue Moon y hacer que pase desapercibida en las salas. Sería una pena, ya que es uno de los trabajos mayores en la filmografía del estadounidense, como recogía la prensa tras su estreno en la Berlinale el pasado febrero.

A medio camino entre realidad y ficción, el naturalismo que caracteriza al cine de Linklater está presente en las actuaciones, desde las palabras más grandilocuentes hasta los gestos más sutiles. El espectacular elenco está encabezado por su actor fetiche, Ethan Hawke (Antes del amanecer), que ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera. El estadounidense encarna la fragilidad de Lorenz Hart, un hombre de mediana edad, alcohólico, bajito, homosexual y judío en el Estados Unidos de los años 40, cuya carrera y autoestima se tambalean.

Le acompaña una vivaz Margaret Qualley (La sustancia) como Elizabeth Weiland, el anhelo de un nuevo amor con el que comparte el mismo humor perspicaz y ansias de triunfar. También el irlandés Andrew Scott (Fleabag) como Richard Rodgers, la dualidad entre la traición y una segunda oportunidad volátil, merecidísimo Oso de Plata a la mejor interpretación masculina.

Fotograma 'Blue Moon'. Foto: Sony Pictures
Fotograma ‘Blue Moon’. Foto: Sony Pictures

El tiempo al ritmo de un piano

Otra seña del director es su interés por el tiempo cinematográfico. Al contrario que Boyhood, cuyo rodaje duró doce años, Blue Moon sucede prácticamente a tiempo real, durante una noche en el mítico Sardi’s Bar de Nueva York.

Como en una improvisación de jazz, por este lugar van y vienen figuras clave de la cultura estadounidense como el fotógrafo de la noche y el crimen neoyorkino Weegee, y el escritor E. B. White, al que, en un guiño a lo Forrest Gump con Apple, es Hart quien le da la idea para su clásico Stuart Little —Stuart es también el segundo nombre de Linklater—. Asimismo, desfilan otras personalidades de mayor peso narrativo, como el libretista Oscar Hammerstein II, pareja creativa de Richard Rodgers con quien escribió éxitos como Sonrisas y Lágrimas tras su ruptura con Hart.

Así, Linklater filma un retrato melancólico de Nueva York y un homenaje lleno de guiños al cine musical que es un deleite para los fans del género. Inteligentemente, el guion bebe no solo del triángulo amoroso de ¡Oklahoma!, sino también de una película que ya trató el conflicto entre Hart y Rodgers ochenta años atrás.

Letra y música es un musical biográfico estrenado cinco años después de la muerte de Hart en 1943 y que seguía la línea de biopics sobre compositores de Brodway iniciada por Metro-Goldwyn-Mayer. A Tom Drake (Rodgers) y Mickey Rooney (Hart), los acompañan artistas de la talla de Judy Garland, Gene Kelly, Janet Leigh, Anne Sothern y la bailarina Betty Garrett, siendo los personajes estas tres últimas los intereses románticos con gran diferencia de edad de Hart y Rodgers que inspiran el personaje de Elizabeth Weiland en Blue Moon.

Fotograma 'Blue Moon'. Foto: Sony Pictures
Fotograma ‘Blue Moon’. Foto: Sony Pictures

El éxito en la cotidianeidad

El guion es otro de los puntos fuertes de Blue Moon. Entre el ritmo del piano que nunca deja de sonar y la verborrea irónica y existencial, emergen con delicadeza la sensación del tiempo perdido y el temor de una muerte anticipada; una metáfora de los días dorados del teatro musical. El escritor y guionista Robert Kaplow, con quien Linklater ya trabajó en el drama ambientado en Brodway Me and Orson Welles, logra una película “bella, ligeramente triste y un poco divertida”, como una canción de Rodgers y Hart.

Desde las primeras secuencias, Hart nos hace reír con sus ocurrencias explícitas y con una seguridad impostada. Para él, su vida es una obra de teatro protagonizada por sí mismo en la que el resto son extras. Pero en realidad, Hart siempre está en el backstage, esperando hacer una gran aparición que nunca llega. Todo a su alrededor le pone los pies en la tierra: el éxito de ¡Oklahoma!, sus problemas de incontinencia, la escalera que da a la fiesta de Rodgers y Hammerstein y que él nunca llega a subir, el rechazo constante de su exsocio y de Elizabeth…

Linklater no se centra en la mitología de la noche de estreno. Manteniendo otra de sus señas de identidad, el estadounidense nos sitúa lejos del escenario y de la celebración, junto a un personaje que no es el protagonista de la noche y cuya carrera parece haber colapsado definitivamente. Lo que él percibe inefable, como el “romántico y cínico” que es, es en realidad algo bastante ordinario y simple de entender.  

“Nunca nadie me ha amado tanto”

En un momento dado, Hart le dice al acompañante de Elizabeth que no se centre en las historias de amor, sino en las de amistad, ya que es en estas en las que la esencia resiste al paso del tiempo. Siguiendo su consejo, Linklater ha trasladado el musical a lo ordinario, logrando una historia sobre la fragilidad, la tristeza, la nostalgia y el amor. En definitiva, sobre la condición humana.

Blue Moon habla de una persona sola, “sin un solo sueño en su corazón ni alguien a quien amar” al que la luna concede un deseo. Es la canción más reconocida de Rodgers y Hart pese a que este último ni siquiera quería nombrarla así.

Es también la canción que el pianista toca cuando Hart le pide una canción de viaje antes de marcharse. Y un viaje es la película de Linklater, uno gentil y melancólico que no hace alarde de las grandes épocas pasadas ni recurre a la nostalgia simplista.

Blue Moon es un homenaje lleno de vitalidad con el que Linklater demuestra que sabe hallar lo extraordinario en los personajes y situaciones más ordinarias. De este modo, nos invita a seguir a Hart y no perder la esperanza, porque “eso es lo maravilloso del arte. Que espera por nosotros”.

Estreno en cines el 28 de noviembre.

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