‘Falcon Lake’ y un primer amor de verano que se desliza entre los límites de la ficción junto a un lago de Quebec
‘Falcon Lake‘ nos absorbe en un primer romance de verano. Sabiendo esto, tenía que ser, por supuesto, mi primer visionado dentro del festival. Un amor de verano es algo que siempre se coge con ganas e ilusión, e imagino que es algo que sabía Charlotte Le Bon, quien nos abre su corazón, desde Canadá, a su ópera prima: un largometraje de 100 minutos. Pronto podréis disfrutarla en exclusiva en la Plataforma Filmin, pero mientras esperamos, ¿hablamos sobre ella?
Bastien es un adolescente parisino. A través de un viaje en coche con sus padres y su hermano pequeño, nos adentramos en un paraje rodeado de altos pinos y un gran lago. Vamos a pasar el verano con ellos en una cabaña junto a un lago de Quebec. Allí Bastien coincide con una chica algo mayor, Chloé, de 16 años. Rápidamente establecen un vínculo muy bonito y especial, y rápidamente Bastien se enamora por completo. Con mucha inseguridad y miedo, Bastien intentará superar lo insuperable para acercarse más a Chloé, mientras juntos exploran y descubren el mundo, conocen al fantasma del lago y experimentan la felicidad y el dolor de un primer amor de verano.
Estéticamente es una película preciosa. El formato 4:3, junto a bastantes recursos del lago, del bosque o de la cabaña, hace que se conviertan en fotografías vivientes. Una película que a muchos nos traslada a un verano lejos de casa, junto a desconocidos compartiendo días y noches. Y contra todo pronóstico, y a pesar de haberte sentido tan fuera de lugar, acabas no queriéndote ir. En el fondo, es una película cargada de nostalgia.
Respecto a la estructura narrativa, me parece que es idónea y que en la práctica funciona bastante bien. No obstante, si es cierto que llegados a un punto la película se precipita sobre una idea que rompe todo lo que estaba construyendo, o al menos he tenido esa sensación. A pesar de esto, el deslizamiento entre ficción y realidad juega una carta que más o menos satisface un poco. Aunque no se vuelve ni de cerca a o que transmitía la primera parte, la escena final es lo bastante sugerente como para pensar “ha merecido la pena el viaje“. Y eso es suficiente.
Digamos que me ha encantado mucho mucho rato, y luego ha dejado de hacerlo. Ha sido mi primera película del festival, y aunque sí puedo adivinar que muchas van a decantarse por un cine más independiente, voy a arriesgarme y puntuar por primera vez desde que escribo aquí. Le doy 3/5, manteniendo mi esencia de Letterboxd. No es una película que tenga nada de especial, pero en su conjunto es absorbente. Tiene muchos detalles y muchas ganas de hacerlo bien. Y, por supuesto, desde aquí siempre estamos a favor de romances veraniegos adolescentes.
