Mireya Santiago
El feminismo cada vez está más presente en la sociedad actual; y no es para menos, ya que la búsqueda de una sociedad en igualdad de condiciones para hombres y mujeres es algo indispensable en un mundo justo. Sin embargo, esto no ha sido siempre así. Venimos de una cultura que denigra a la mujer y todo lo que con ella tiene que ver.
Sin ir más lejos, las religiones han ayudado mucho a dejar a la mujer en un lugar inferior al del hombre. En el cristianismo, por ejemplo, Adán existía como primer humano en la tierra. Pero después apareció Eva, que no llegó como un ser entero sino que salió de la propia costilla del hombre. Representando el pecado, instó a Adán a probar la manzana. Lo que conllevó a ambos a ser expulsados del paraíso; y a todos los demás seres humanos a vivir en un mundo corriente. Por culpa de una mujer.
“El hombre no ha sido sacado de la mujer, sino la mujer del hombre; y el hombre no ha sido creado para la mujer, sino la mujer para el hombre”. Extracto del Antiguo y Nuevo Testamento.
Todo esto, que parece casualidad, es lo contrario. Dicho en palabras simples, una vez cuela, pero dos ya no. La historia nos ha demostrado que testimonios donde la mujer es representada como la mala de la historia, los hay a puñados. San Juan Crisóstomo escribía: “no hay ninguna bestia salvaje tan dañina como la mujer”. Y Santo Tomás: “es un hecho que la mujer está destinada a vivir bajo la autoridad del hombre, y que no tiene ninguna autoridad por sí misma”.
Y así, poco a poco, se va creando una conciencia común de desprecio a la mujer; que explica muchas de las cosas por las que tiene que pasar esta hoy en día. Es muy común pensar que esos argumentos son muy antiguos e inusuales actualmente, pero no es así. Siguen soltando joyitas contra las mujeres y el movimiento feminista; un ejemplo, Mariano Rajoy. Que opinó sobre la huelga feminista con un “ya se les pasará”.
Foto: Feminista ilustrada
Y aunque es relevante que ha habido avances, siguen existiendo brechas abiertas. Por ello y otras muchas razones, el pasado 8 de marzo miles de personas recorrieron las calles de diferentes ciudades al grito de “si nosotras paramos, se para el mundo“. La manifestación feminista estaba siendo bastante criticada por la mercantilización a la que estuvo sometida. Sin embargo, el número de personas asistentes en Madrid se duplicó al pasado año.