En esta sala de profesores parece que alguien sí voló por el nido del cuco
Carla Nowak, una idealista profesora, comienza su primer trabajo en una escuela de secundaria. Cuando se producen una serie de robos en la escuela y se sospecha de uno de sus alumnos, Carla decide llegar al fondo del asunto por su cuenta.
Cuando pensamos en una película sobre un colegio, lo primero que se nos viene a la cabeza es niños conflictivos, en su mayoría rebeldes sin causa que se enfrentan al mundo, y se podría llegar a decir ¿otra vez este tipo de película? Nada más lejos de la realidad.
Sala de profesores es un viaje de angustia, desconcierto y odio.
Carla Novak (Leonie Benesch) es una joven profesora de origen polaco que defiende a capa y espada la educación pública y con una gran empatía por sus alumnos – y el dialogo como principal motor resolutivo de los conflictos – pero es precisamente esto lo que provoca sus problemas.
Representando muy bien el mundo, el colegio funciona como una sociedad protagonizada por niños. Al igual que en el mundo adulto, abundan el machismo, la xenofobia y sobre todo, las malas decisiones de forma constante durante toda la película hasta el punto de decir ‘basta’. Nuestra protagonista acusa a una compañera de robo y a partir de ahí, es una caída cuesta abajo y sin frenos.
Su director, Ilker Catak, utiliza este escenario para analizar el comportamiento de no solo los niños, también de los padres que los crían. A pesar de eso, la película en sí no es un thriller, sino un género plausible y con una estructura muy bien organizada.
Esta película no busca la resolución del conflicto, sino que plantea dudas en el espectador, ¿saben los padres educar a sus hijos? ¿aun a pesar de estar en una sociedad avanzada socialmente, existen los prejuicios? ¿son los niños todo inocencia o son capaces de moverse de forma autónoma y con pensamientos premeditados?
Cabe destacar que el eje fundamental de Sala de profesores son los planos y el movimiento de cámara. Aquí el director sabe lo que se hace, opta por cámara en mano con constantes temblores y primeros planos con movimientos rápidos y agobiantes. ¿El motivo? provocar una ansiedad que te mantenga pegado a la pantalla, desde el principio hasta los créditos; convirtiendo la sala de cine en un espacio asfixiante típico de películas de acción.
El sonido, acompañando a los planos agobiantes, no hace más que exacerbar el sentimiento de querer saber lo que ocurre y cómo se soluciona. Solución que, como he dicho anteriormente, ni ocurre ni interesa.
No podía no hablar de las actuaciones, tanto la de nuestra protagonista Leonie Benesch, que es capaz de mantenerte pegado a la pantalla y conducir la película prácticamente ella sola
Como de Leonard Stettnisch (Oskar), el niño al cual la profesora se enfrenta y que con una sola mirada se roba la escena.
En definitiva esta película ha sido una sorpresa muy agradable. A pesar de tener una premisa un tanto seria, te mantienen pegado a la pantalla de principio a fin. Muy merecedora de la nominación a los Premios Oscar