McAitana: una historia de arte contemporáneo

El menú McAitana pone de relieve todo aquello que ha hecho popular a la joven cantante, que no se aleja de la filosofía de (parte) del arte contemporáneo

Pavlo Verde Ortega

Amaia y Aitana no solo obtuvieron el primer y segundo puesto, respectivamente, en Operación Triunfo 2017. También han sido las mejor paradas mediáticamente y sus carreras “pos-OT” concentran más atención y han cosechado más éxitos que las del resto de concursantes (con la excepción quizá de Ana Guerra). Tal es su grado de popularidad que se institucionalizado el utilizar solo su nombre para referirse a ellas. No hace falta decir Amaia Romero o Aitana Ocaña, porque son las Amaia y Aitana de nuestro mundo mediático. Un logro significativo, sin duda.

Del segundo premio al primer puesto

No obstante, más allá de los paralelismos entre ambas hay también notables diferencias. En primer lugar numéricas. Aunque a simple vista podría parecer que su popularidad es prácticamente idéntica los datos arrojan otro resultado. Si tomamos como indicador el número de seguidores en Twitter no hay duda: Aitana suma más de 755 mil, frente a los 297 mil de Amaia. En Spotify los números son aún más contundentes. La catalana cuenta con 8.600.000 de oyentes mensuales. La navarra, con 716 mil. Asimismo, si vemos sus colaboraciones en campañas publicitarias la disparidad también es persistente. Amaia ha participado recientemente en un anuncio de cerveza. Aitana por su lado, como José Manuel Ávila analiza en El Español, ha pasado de ser una “juvenil imagen del ‘low cost’” a convertirse en una “diva de las grandes marcas”, con una larga ristra de apariciones publicitando grandes empresas cuyo nombre no hace falta mencionar.

Es indudable que Amaia tiene un gran peso mediático. Baste de ejemplo cómo su mera mención de La La Love You en La resistencia hizo que la popularidad de esta banda se disparase en cuestión de días. No obstante, nadie diría que la ganadora de OT 2017 es una influencer (o influyente, como prefiere la RAE). Pero sí sería posible concebir a Aitana como tal. Y es que ambas se han hecho un hueco en el panorama musical. Ahora bien, Amaia es básicamente eso, una música bastante famosa. Aitana también lo es, pero guarda un as bajo la manga. Ella (o sus asesores, mánagers o quien sea) ha sabido interpretar el viejo espíritu del arte contemporáneo para forjarse una carrera que va más allá de la música. Esto queda patente con su última colaboración/operación comercial: el menú McAitana.

De la uniersalización del arte…

Pongámonos en contexto. Hace un siglo las vanguardias artísticas aspiraban a la unificación de arte y vida como forma de “perfeccionar” a la humanidad. Los filósofos marxistas de la Escuela de Frankfurt, por su lado, esperaban un arte político universalizable que sirviera a los intereses revolucionarios. Unos y otros aspiraban a una ruptura con la tradición y con el concepto clásico de obra de arte. Las obras anteriores eran algo excepcional, dotado de un “aura” que las convertía en objetos únicos de contemplación. Las nuevas obras debían ir por otro camino y alejarse de la singularidad de la obra, es decir, del aura. Así, nos encontramos en esta época con poemas escritos al azar, urinarios convertidos en escultura, odas al automóvil… Y también con la fotografía y el cine, dos artes que pueden ser reproducidas en masa, algo impensable para el arte clásico.

Sin embargo, ni el arte se universalizó ni se fusionó con la vida. En su lugar llegó el totalitarismo, que utilizó el arte, un arte rabiosamente clásico, como propaganda. Tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de la Alemania nazi y la Italia fascista hubo cambios drásticos en la política y la economía de occidente. Se consolidaron las democracias liberales y el capitalismo global, lo que permitió el surgimiento de la cultura de masas.

…a la universalización del consumo

En estos años nació el arte pop. Sobre este dice el filósofo José Jiménez: “Si las vanguardias propugnaron, con formas y acentos diversos, el ideal de la universalización del arte, un ideal de expansión de la creatividad, el arte pop acepta que ese ideal es irrealizable. E, integrando el arte en la esfera de la comunicación y el consumo, hace patente esa universalización del consumo” (Teoría del arte, pp. 210-11). Así pues, ante la imposibilidad de universalizar del arte y la facilidad con la que se estaba extendiendo el consumo, solo cabía igualar estas dos esferas. Desde el pop art el arte ha tenido mucho más difícil desarrollarse como una parcela autónoma y ha dependido principalmente de las dinámicas mediáticas y comerciales. Este es el factor que marca el comienzo del arte contemporáneo.

Hay otro elemento característico del arte pop. Las obras, al igual que en la vanguardia, carecen de aura. ¿Cómo va a tenerla un collage de trozos de catálogos o una seriegrafía de latas de sopa? Ahora bien, el aura no desaparece, sino que se traslada de la obra al artista. Así, figuras como Richard Hamilton, Robert Rauschenberg o por supuesto Andy Warhol se convertirán en objetos de admiración por parte del público y harán que su obra, por “normal” que sea, resulte también admirable.

McAitana: un menú “único”

Con esto ya tenemos todos los ingredientes (nunca mejor dicho) para volver al menú McAitana. Y es que esta campaña publicitaria que la joven cantante ha encabezado tiene mucho de arte pop. Al ser un objeto de consumo “tocado” por una artista de gran fama y cierto prestigio, esta hamburguesa pasa de ser un simple alimento a tener un halo de obra de arte. De esta forma ir al McDonald’s se convierte en un ritual similar al de quienes se agolpan frente a La Gioconda en el Louvre.

Nadie va “a comer un menú del McDonald’s”. Simplemente va, lo pide y se lo come. Sin embargo, sí que es posible encontrarse a gente peregrinando para “pedir un menú McAitana” como una experiencia singular y, por qué no, única. Mis amigos y yo, entre ellos (lo gracioso de esta historia es que soy vegetariano y acabé comiendo una ensalada). Al contrario que sus contrapartes ordinarias, un menú McAitana tiene aura.

Este es el éxito de Aitana. La razón por la que es la triunfita de su edición que mejores números disfruta. Ha sabido equiparar vida y arte (es decir, consumo) al estilo de los artistas pop del pasado siglo. Ello la convierte en una auténtica artista contemporánea. No me corresponde a mí decidir si esto es “bueno” o “malo”, pero está claro que es un fenómeno digno de analizar.

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