‘Belle’: una Bella para viejos nuevos tiempos

Mamoru Hosoda crea con Belle un universo atractivo y novedoso para rejuvenecer La Bella y a Bestia. Pero ¿es todo tan nuevo en esta película?

Mamoru Hosoda se dispone a contarnos una historia de sobra conocida: La Bella y la Bestia. Quien no ha visto al menos una versión cinematográfica de este viejo cuento, lo ha leído o se lo han leído. Sabemos de sobra el desarrollo y su desenlace. Narrarlos de nuevo sin caer es repeticiones o convencionalismos es todo un reto. Hosoda lo asume e independientemente de cualquier otra consideración triunfa en ese aspecto. Belle es sin lugar a dudas un filme novedoso en su planteamiento.

U: ¿un metaverso?

La trama no sucede en un pasado indefinido, sino en el Japón del presente. Y el escenario principal no es un castillo oscuro, sino un universo digital con 5000 millones de usuarios: U. Este mundo permite lo que la realidad nos niega: “empezar de cero”, crear un nuevo yo y pasárselo bien sin restricciones físicas. Los parecidos casuales o intencionados con el metaverso de Zuckerberg son evidentes y se podría decir que Hosoda con este planteamiento nos quiere alertar de los peligros del ciberoptimismo. Los sucesos que la protagonista, Belle, atraviesa dentro de U nos recuerdan que ninguna utopía digital va a salvarnos y mucho menos de nosotros mismos. La tecnología puede poner un parche y dar una sensación de libertad. Pero las inseguridades que nos asalten en nuestro día a día persistirán a menos que las atajemos de raíz. Y esa raíz está aquí.

Belle: tan joven y tan vieja

También los personajes se adaptan al clima rejuvenecido de la película. Ello le da interés y le permite evitar la predictibilidad extrema. Así, por ejemplo, los problemas que atañen a esta Bestia no son “metafísicos” o mágicos, sino muy tangibles y por desgracia cercanos para muchas personas (no digo más por no destripar nada). Belle, la nueva Bella, no es tampoco una damisela guionísticamente plana. Al contrario, es un personaje con detalles o por lo menos con suficientes motivaciones y trasfondo como para resultar convincente.

Eso no quita que el patrón de género siga dejando que desear. Y es que estaría bien una historia donde Bella, la mujer, no tenga que salvar (al menos anímicamente) a Bestia, el hombre. Una historia que nos demuestre que los hombres con problemas emocionales no tienen que ser salvados por una chica virtuosa y abnegada. Que deje claro que los comportamientos conflictivos o directamente antisociales a que conduce en ocasiones la masculinidad no “se curan” con cariño, sino con responsabilidad individual y colectiva y desaprendiendo estereotipos. Comparto un vídeo de The take analizando el tópico de la buena chica. Pero es que además las heridas espirituales esta Bestia vienen provocadas por problemas muy materiales. Y una vez más, no es Belle ni ninguna otra persona por su cuenta quien debe intervenir para solucionarlos.

Así, parecería que la renovación del cuento tradicional afecta sobre todo a la estética, pero no toca (apenas roza) el núcleo duro temático. Lo cual no deja de ser un reflejo de nuestras sociedades occidentales, donde la igualdad formal entre hombres y mujeres ya se ha conseguido, pero la igualdad real queda lejos aún.

Belle y Bestia en un momento del filme

Hosoda y los dramas adolescentes

Puestos a señalar peros de esta película notable por lo demás, hablemos de pasiones. Hosoda tiene tendencia a presentarnos protagonistas adolescentes perdidos en sus sentimientos hasta límites casi agobiantes. Esto hace a su vez que sean extremadamente indecisos e inseguros. Y lo que es peor, que sean incapaces de comunicarse con sus compañeros y amigos. No hablemos ya con las personas por las que sienten atracción.

Por un lado apoyo que el cine muestre el lado menos luminoso de la vida y especialmente de la vida preadulta y nos recuerde que la felicidad no es una obligación. Por otro, la angustia emocional de la protagonista durante las dos horas de metraje es difícil de borrar. En consecuencia, cabe la posibilidad de que cale en el público más joven y contribuya a normalizar la melancolía o la incomunicación, cuando no la depresión, como estados de ánimo naturales en la adolescencia

Sin ánimo de restar valor a este filme inmersivo, apasionado y entretenido, está por ver uno que muestre personajes adolescentes con problemas, inseguridades y frustraciones, sí, pero con medios para hacerles frente desde el principio, sin recrearse en la pena, la soledad o la tristeza como realidades inevitables y con la serenidad y la habilidad para desarrollar y cuidar los vínculos humanos.

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