Crítica ‘Érase una vez mi madre’: El amor incondicional

Tras su éxito en Francia con más de un millón y medio de espectadores y su estreno en España en el BCN Film Fest 2025, Érase una vez mi madre adapta la novela autobiográfica Ma mère, Dieu et Sylvie Vartan (Editions Les Escales) de Roland Perez en una coproducción francocanadiense entre Gaumont, Egerie Productions y Prime Video. Una comedia dramática luminosa y tierna sobre el amor incondicional y la solidez de las relaciones maternofiliales pese al paso del tiempo y la adversidad.

Fotograma de la feel-good movie 'Érase una vez mi madre', en cines el 30 de mayo.
Fotograma de ‘Érase una vez mi madre’. Foto: La Libre

Roland Perez nace el sexto de una familia de inmigrantes marroquís en el distrito 13 de un París previo a mayo de 1968, un momento próspero que augura un gran futuro para él. Sin embargo, nace con un pie varo, una malformación que le impide caminar y por la que tendrá que llevar una órtesis. Pese a la insistencia por parte de vecinos, médicos y la asistente social, su madre Esther confía con una fe inquebrantable en un milagro. Su determinación y elocuencia, acompañadas por las canciones de la legendaria cantante y actriz yeyé Sylvie Vartan, hacen de Roland un niño prodigio y un adulto exitoso al que su madre nunca abandona para asegurarse de que tiene una vida perfecta, con todo lo que ello implica.

Un elenco carismático y colorido

El canadiense Ken Scott (Starbuck) adapta y dirige esta optimista historia dejando espacio para el drama bien construido, sin trucos para provocar la lágrima fácil y sustentado en un reparto coral sobresaliente. Destacan las interpretaciones de la ganadora del César Leïla Bekhti (Un profeta) como Esther y del nominado al César Jonathan Cohen (Daaaaaalí!) como Roland adulto.

Una elección de cásting en la que también brillan secundarios como la cariñosa y severa asistente social Madame Fleury, interpretada por la ganadora del César Jeanne Balibar (Los miserables); la sutil y alegre esposa de Roland, Litzie Gozlan, interpretada por la nominada al César y directora debutante en Cannes este año Joséphine Japy (The Wonderers), y el joven talento Milo Machado-Graner, quien interpreta al hermano paciente y amable del protagonista y a quien ya vimos deslumbrar en Anatomía de una Caída, ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2023. Completa el elenco la propia Sylvie Vartan, quien presta su rostro para interpretar a una Sylvie unos años más joven gracias a un deepfake que resulta lo menos convincente de toda la cinta.

El trabajo de caracterización y puesta en escena complementan las actuaciones gracias a una excelente ambientación que muestra la evolución y el paso del tiempo en los espacios y los actores. Destacan los colores vibrantes de vestuario, maquillaje y decorados, que acompasan el ritmo yeyé de las canciones de Vartan y del montaje rápido y centrado en las emociones.

El amor incondicional: de la madre a Sylvie Vartan

Y es que las madres siempre quieren lo mejor para sus hijos, aunque a veces eso implique no ver lo que su propio hijo desea realmente. A lo largo de la cinta, la voz en off de Roland nos guía por su historia, eclipsada por su madre Esther desde el momento en que esta se compromete a obrar un milagro y lograr una vida perfecta para su hijo. Encontrar el equilibrio entre la sobreprotección y la independencia es el conflicto que deben resolver entre ambos, gracias al amor que sienten el uno por el otro. Se trata, no obstante, de un trabajo que no resulta nada fácil y que lleva toda una vida.

La película presenta la relación compleja de Roland con la maternidad como reflejo de su contexto familiar e histórico. El contraste entre Sylvie Vartan vista como madre alternativa e idolatrada, y Esther, la madre real y excesivamente vigilante, ofrece una reflexión sutil e inteligente sobre la inmigración que resuena con la actualidad. En este sentido, cabe destacar la breve pero aguda representación de la paternidad. Roland adulto intenta entender la pasividad de su padre durante su infancia para lograr entenderse a sí mismo como padre.

Fotograma de la feel-good movie 'Érase una vez mi madre', en cines el 30 de mayo.
Fotograma de ‘Érase una vez mi madre’. Foto: La Libre

Una película ideal para ver con tu madre

En definitiva, Érase una vez mi madre rebosa humor y amor incondicional. Su visionado se vive como una caricia comprensiva y cálida precisamente porque la cinta hace lo propio con sus personajes: acoger sus defectos junto a sus virtudes y acompañarlos en su viaje, como hace el amor de una madre.

Con su estreno en salas españolas el 30 de mayo de la mano de A Contracorriente, tan solo unas semanas después del Día de la Madre, qué mejor plan que ir a verla en familia. Al igual que Roland con su madre, no podrás quitártela de la cabeza en un tiempo (y eso es algo bueno).

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