En plena gira de presentación de su primer álbum Luismi Partera nos ofrece una larga y concienzuda entrevista a la que no le sobra nada
Luismi Partera es un tipo tranquilo que bebe vermú mientras responde a mis preguntas. Actualmente combina su faceta musical con la enfermería (él se considera “un intento” de músico y enfermero). Publicó su primer disco, Sanjuán, el 1 de marzo de este año, y se encuentra en plena gira de presentación. Dará conciertos en Sevilla, O Porto, Lisboa, Málaga, Móstoles y otros lugares de Galicia y Cataluña. Entre medias hoy me atiende para hablar de su álbum, además de otras muchísimas cosas. Comenzamos la entrevista recitando un poema de Lorca que, a mi juicio, define bien a Luismi:
Sobre el pianísimo del oro/ mi chopo solo./ Sin un pájaro armónico/ sobre el pianísimo del oro./ El río a sus pies corre grave y hondo/ bajo el pianísmo del oro./ Y yo con la tarea sobre mis hombros/ como un corderito muerto/ bajo el pianísimo del oro.
“¿Qué ves tú o qué crees que es el pianísimo de oro?”, me pregunta Luismi. Especulando, le respondo que quizá hable “del silencio y de lo que no se ve [en la música]. De lo que no está en una partitura o en un instrumento físico” (esta será la única vez que me cite a mí mismo, lo prometo). Para Luismi, esto de lo que hablo se puede resumir fácilmente: “la magia”. “Una magia que venga de la admiración y el sentimiento de amor por lo que se hace y entre las personas que comparten el proceso de creación”. La interpretación técnicamente buena es imprescindible, pero sin esa magia, ese pianísimo de oro, no hay música.
Al hilo de lo anterior le pregunto si esa sinergia entre músicos, esa simbiosis, no desafía nuestra imagen del cantautor solitario. Más aún, si no deberíamos enterrar de una vez por todas ese tópico de la soledad del cantautor. A esto responde que él es un intruso en el mundo de la canción de autor. Si bien reconoce que hace sus canciones “de forma íntima en mi habitación, riendo, recordando, llorando”, su objetivo es muy distinto. Luismi ha tocado en bandas y siente debilidad por las orquestaciones amplias poco propias del cantautor que sube solo con su guitarra al escenario. A pesar del influjo de muchos cantautores, confiesa que lo que busca es más bien “la coherencia entre personajes, escenarios, emociones y música” que observaba en los cortos de Walt Disney cuando era un niño.
Aprovecho su mención a Walt Disney para pedirle que comente sus influencias musicales y no musicales. El primer nombre que menciona ya ha aparecido: “Lorca”. Narra la impresión que le causó Poeta en Nueva York, tan acorde con su “obsesión por plasmar la imagen tanto en la letra como en la instrumentación”. Abrazó también el lenguaje simbólico de Lorca como una forma de lidiar con su timidez para expresarse con claridad. “Cuando yo me expresaba en un código más simbólico lo hacía muy instintivamente”, aunque, confiesa, “me había autocensurado. Me era más natural un lenguaje simbólico porque no me permitía a mí mismo traspasar esa frontera”.
Otro de sus imprescindibles es Silvio Rodríguez: “al principio era la principal influencia, pero luego se ha ido combinando con la de otros artistas que me llenan mucho como Jorge Drexler o El Kanka”. Concluye afirmando: “hay personas que no son nada conocidas y que me están influyendo muchísimo. No sé ni siquiera si alguna vez los escucharán más de 2000 personas, pero en mi obra son fundamentales”.
Se refiere, entre otros, a muchos músicos y músicas que conoció en el III Encuentro de Canción de Autor de Castilla la Mancha (2019). Gracias a esta mención puedo preguntarle qué maleta se llevó de aquel encuentro. Luismi es claro: “una maleta muy llena. Hay parte del equipaje que no he ordenado”. Y lo más importante, “confianza en mí mismo mediante el aprendizaje colectivo con gente que estaba haciendo lo mismo que yo con herramientas distintas. Se me aligeraba el peso de todo el proceso cuando veía que los demás eran capaces de llevarlo adelante”. También destaca que aprendió a ver “la composición como un juego en el que no hay que sentir el peso del ahora o nunca. No se trata de eso, sino de comunicarnos con nosotros mismos y con los demás”. He ahí “la principal razón de que compongamos”.
A raíz de lo anterior la pregunta está clara. ¿Falta visión de la música como un juego? ¿Falta jovialidad, diversión, intrascendencia? ¿O sobra? “Lo que hago lo hago con un punto de vista en cierto modo trascendental, pero por otra parte lo asumo como un juego”, contesta Luismi. “La industria musical es un mundo de adultos, de empresarios que tratan de situar de forma estratégica sus canciones por delante de otras. Se busca vender. Nosotros mismos, los compositores, tenemos esa presión de buscar que nos escuchen por delante de otros”. Todo esto conduce a un mismo lugar: la falta de autenticidad. Aunque por suerte también hay artistas que hacen lo que quieren.
Habiendo abierto la caja de Pandora de la mercantilización de la música, conviene hablar de ello. ¿Qué opinión le merece a Luismi que artistas y canciones se vendan como productos? ¿Esta dinámica está reñida con la creatividad o también hace falta arte para venderse? La respuesta de Luismi aparta la polémica y abraza los matices: “es necesario que se tenga en cuenta qué momento social se está viviendo a la hora de producir, mientras que a la hora de componer hay que saber qué momento vives tú. También es importante saber a qué público te diriges o te quieres dirigir” y “cómo contar tu historia”, así como entender “en qué formato está acostumbrado a escuchar ese público”.
En definitiva, por mucho que seas el artista debes intentar saber cuándo estás tensando la cuerda. No todo el mundo va a querer escuchar una canción de 6 minutos, y eso es para tenerlo en cuenta. “Me interesa saber cómo me puedo comunicar con la gente”, tercia, “sin que eso me impida comunicarme conmigo mismo”. Podríamos decir que el papel del otro es ayudar a tomar decisiones sobre lo que rodea al mensaje, no decirte lo que tienes que expresar.
Tras una buena tanda de preguntas abstractas va siendo hora de conocer mejor a Luismi Partera. Él es gaditano, pero ha vivido en Galicia y en Madrid. Estos lugares se reflejan en temas suyos como Compostela o Candelaria (nombre de una plaza de Cádiz). Por ello le pregunto si la geografía está presente en su música y cómo ha influido en la misma su vida itinerante. “Soy una persona a la que le gusta moverse entre distintos sitios”, confiesa. Admite además que, como un ave migratoria, va buscando el clima templado. “He ido buscando moverme en distintas épocas del año. Es normal que ese movimiento se vea reflejado en mi música”, hasta el punto de afirmar: “lo más importante son las personas y los lugares”.
Candelaria habla del niño que fue él. No la escribió en Cádiz, sino en Tenerife, cuando extrañaba Cádiz. Compostela “es una canción en movimiento” dedicada a una amiga que estaba haciendo el Camino de Santiago. “Estaba transportándome mientras la escribía a una geografía amada junto a una persona amada”. En conclusión: “las distintas localizaciones geográficas que aparecen en mis canciones toman un papel importante en la construcción de las mismas”.
Hablemos ahora de una geografía no física, sino cronológica: la infancia. Está muy presente en Candelaria y Qué será de ti, por lo que no es baladí preguntarle qué papel tiene la infancia en su música. Ya os adelanto que uno importante. “Necesitaba cerrar un ciclo y reconciliarme con ciertas parte de mi infancia”. Y para eso está la música.
Qué será de ti es en concreto una comparación entre infancias. Admite Luismi que no sabía qué estaba escribiendo ni a quién, pero “realmente, cuando llevaba media canción escrita, me di cuenta de a quién le estaba escribiendo esa canción, y esa persona era mi padre”. Esto supuso un gran entendimiento con él. “Forma parte de toda una generación de hombres a los que les cuesta mostrarse débiles y reconocer sus errores y que ahora se enfrentan a un cambio de época y de mentalidad. Qué será de ti fue una de las cosas que me hicieron reconciliarme o reconectar con mi padre y a él conmigo. Por ello pienso que debemos relacionar nuestras infancias con las suyas, abrazando la fragilidad”.
Esta última expresión, “abrazar la fragilidad”, nos lleva a otra canción suya: Sanjuán. En ella habla de un monstruo, el que todas las personas llevamos dentro. Dicha criatura no se va a ir nunca, por lo que más vale sacarlo a bailar, como reza la canción, lo cual no deja de ser una forma de abrazar nuestra fragilidad. ¿La música de Luismi es una manera de abrazar esa fragilidad y de aprender a convivir con el monstruo que llevamos dentro? “Hago ese intento de acercarme a la fragilidad y a la sensibilidad de otras personas. Me gustaría que se sintieran acompañadas en esa fragilidad”, responde.
Cree que hoy se valora la sensibilidad más que antes, pero seguimos endiosando la productividad frente a los ratos de calma o acompañamiento. Él mismo reconoce: “me pido y me exijo a mí mismo ser muy productivo y me tengo que recordar constantemente que escuche mis propias necesidades”. Nos cuesta escucharlas y esa es “la causa de que nuestros monstruos estén desatendidos”. De ahí que “lo importante es saber por qué están llorando y atender a sus necesidades”. Hay que “darles coba” a los monstruos, como se dice en Cádiz, y sobre todo escucharles con cariño.
Las preguntas anteriores han dejado claro que Luismi tiene unos valores bien definidos. Ahora bien, sus canciones no se meten en política. Por ello siento la curiosidad de preguntarle en qué sentido es política su música y si es necesario un tono político explícito para ser un artista comprometido. A lo cual replica: “el principal compromiso como artista es la expresión más honesta de uno mismo”. Pese a ello y aún siendo consciente de que sus canciones no hablan de un escenario político de forma directa, afirma que “todo lo que hacemos en nuestra vida diaria es una forma de política”.
Por eso: “yo con mi vida intento sobre todo hacer el bien a la gente y aprender de la gente… conseguir que se sienta acompañada en su proceso. Tiene que ver con esa vocación que tengo para cuidar y que nunca querría perder. Aunque todo el mundo comete errores quiero pensar que mi política es el cuidado y aprender de esos errores”. Todo esto no quita que esté “interesado en el escenario político”, pero le ha costado trabajo personal expresarse sobre esas cuestiones. “Me siento bastante tímido a la hora de expresarlas en mis canciones”.
Aún en cuestiones políticas, compara su vocación con la de uno de los colaboradores del disco, Pedro Pastor. Según Luismi, “la música de Pedro es mucho más explícita y comprometida, y al mismo tiempo siento que me indica una senda concreta por la que puedo o debo caminar. Es un pastor, un guía”. Luismi, en cambio, apuesta más por estimular a cada quien a seguir el camino que buenamente elija. Su misión es socrática, de hacer nacer lo que ya tenemos dentro. Es una partera.
En la intervención anterior ha aparecido su faceta de enfermero. Aparte del simple y complejo hecho del cuidado, valora de la enfermería la capacidad para aportarle una dimensión terrestre, un toque de gravedad mental. “La música me hace volar y hace que mi cabeza esté en otro lugar. Eso me puede alejar de la experiencia más cotidiana. Lo que noto con la enfermería es que no dejo de pisar tierra ni de estar en contacto con el mundo y el interior de la gente. Me hace estar cerca de las personas”. Por eso eligió la carrera de enfermero y puede afirmar que “la música que hago se ve influida por esa vocación por el cuidado del otro”.
Ha llegado el momento de la pregunta polémica. Luismi es gaditano y así lo refleja su acento, pero al cantar algunos rasgos dialectales se difuminan mucho. ¿Por qué pasa? ¿Sigue habiendo prejuicios hacia los acentos meridionales? Él tiene claro que existen prejuicios con los acentos y también en cuanto a idiomas. Por esta, entre otras razones, “no existe en este país el mismo seguimiento de una obra musical en castellano o en inglés que el que existe con obras en catalán o gallego”. De la misma manera, “hay emociones, estéticas, estilos, que se asocian con distintos acentos”.
Reconoce que “hay algunas diferencias entre cómo hablo y cómo canto” que responden a la influencia de dónde está viviendo en ese momento o a qué artistas sigue. Por eso durante la grabación del disco le surgió la duda de si debía “ser fiel a sus raíces o uno mismo al cantar”. La conclusión es que no puede haber un conflicto. “Nuestras raíces no solo están donde has nacido, sino también por donde caminas”. Así, aunque tiene una gran conexión con sus orígenes gaditanos que se demuestra en su música, “inevitablemente mi acento va adoptando matices que responden al momento y al lugar en el que estoy”.
Una entrevista en plena promoción del disco del entrevistado no puede evitar preguntar qué proyectos tiene ahora entre manos el artista en cuestión. Después del concierto de presentación del Café Berlín del pasado 3 de marzo, en el que gozamos de un colorido elenco de 18 músicos y 4 bailarinas, está buscando “algo un poquito más minimalista”, con acompañamientos más sencillos. Asimismo, “me interesa mucho experimentar con algunos elementos electrónicos”. Por supuesto, habrá colaboraciones. Algunas no las revela, pero nos habla de la banda Club del Río, con quienes va a hacer parte de su gira (Sevilla, Cádiz y Granada) y Ran Son, el proyecto solista de Álvaro Ayuso del que forma parte como instrumentista y corista.
Acabando con este dilatado diálogo, le pido a Luismi que exprese algo que no haya podido decir hasta ahora. Su respuesta es el broche de oro a setenta minutos de entrevista: “Quiero saludar a mi madre desde aquí y decirle que es una maravilla de persona y que la voy a querer siempre”.
Y así concluye este coloquio con un artista prometedor de cráneo previlegiado, sereno y alejado de los clichés y las respuestas fáciles. Una bella persona, en definitiva. Si empezábamos con un poema lo suyo es finalizar con otro, esta vez de José Luis Gómez Toré, evocando al enfermero/poeta Walt Whitman:
“Velar la retaguardia,/ pronunciar lo ilegible,/ decir lo roto, el resto calcinado,/ lo que no quiere ser proclama o documento.// Las palabras levantan/ un hospital precario,/ un refugio irrisorio/ que dobla la intemperie.// Inútil,/ pero no miente un orden,/ no inventa un relato./ Se resiste a narrar.// En el centro, la herida”.