La hora del balcón

Pienso que la hora del balcón no es solo para aplaudir a los vivos que están luchando por nosotros. Sino para recordar también a los que se marcharon

Alba Blanco

A las 20h00 sigo siendo de esas ciudadanas que salen al balcón. Llevo haciéndolo desde el primer día, junto a mi madre. Es como una tradición ya. Como una obligación, ante tremendas circunstancias, que, sí o sí, hay que cumplir. Muchas veces mi madre, cuando ya llevamos cinco minutos aplaudiéndole al cielo, me dice “Estoy cansada”, pero yo siempre le contesto: “Más cansados están los sanitarios, aguanta un poquito más”. Y ella aguanta. Y ahí sigue, al pie del cañón (digo del balcón) aplaudiendo un poquito más y un poquito más. Por todos los que están luchando por el resto.

Al otro lado de la calle, una niña pequeña sale con su madre y pone la ya famosísima (si cabe aún más) canción del “Resistiré”. He de decir que, a pesar de que ya tengo un poco atravesada la canción, no puedo evitar pensar en el significado de su letra. “Resistiré erguido frente a todo”. “Soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”. “Resistiré para seguir viviendo”. Entonces me acuerdo de todas las personas que muchos españoles han perdido durante esta horrible pandemia, y pienso que la hora del balcón, no solo es para aplaudir a los vivos que están luchando por el resto.

Sino también para recordar a los que marcharon con un grito de júbilo, por lo que hicieron por nosotros en esta vida. Aunque ya no estén, en el fondo de mi ser me gustaría pensar que desde algún lugar del remoto universo nos observan. Tal vez convertidos en estrellas o en algún cometa fugaz que vemos pasar solo una vez en la vida. Pero nos observan. Como aquel ser que sigue viviendo solo por el hecho de ser recordado.

Es por eso que por mucho tiempo que llevemos en nuestras casas, sin ver a los nuestros, sin disfrutar de este tiempo pre-veraniego, salgo a aplaudir. La hora del balcón debería ser sagrada. Porque se lo debemos a los que luchan en primera línea. Y porque debemos resistir por aquellos que ya no están. Se lo merecen.

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