‘Anora’: Sección Perlak del SSIFF’72

‘Anora’, un actualizado Romeo y una alocada Julieta navegando en el capitalismo y la barbarie del sueño americano

Anora‘ es la última incorporación a la filmografía de Sean Baker. Con un marcado carácter naturalista y extremando cada decisión, ‘Anora’ respeta la brillante tendencia de Baker. A pesar de presentar apenas cuatro largometrajes, se hacía con la Palma de Oro en el Festival de Venecia. A San Sebastián en su 72ª edición llegaba sencillamente para ser admirada. La ovación y las risas finales en una sala repleta de espectadores suponían el broche de oro a una película fuera de competición.

'Anora'
Fotograma de ‘Anora’. Foto: Youtube

En primer lugar, está Ani (o Anora en realidad), una joven trabajadora sexual (por decirlo de esta forma) que ejerce en Brooklyn. Bajo su propia rutina bien marcada, se desliza entre hombres captando su atención al instante. Baker la hace segura de sí misma y poderosa. Su descendencia rusa le arrojan a los brazos de un jovencito, llamado Ivan, con ganas de pasárselo muy bien. Su flechazo, al chico y su dinero, le llevarán a vivir un amor tan apasionado como breve.

La película dura en total unos 140 minutos. La realidad en la butaca se presenta de otra forma. También lo hará en el sofá de casa ahora que llega a plataformas. La trama de por sí es alocada, el formato muy acertado y la fotografía junto al montaje hacen de cada plano digno de ocupar su lugar. El guion, en especial las escenas que provocan el desenlace, las de las discusiones y los idiomas mezclados, hacen de ‘Anora’ una selección acertada siempre.

Finalmente, las relaciones de los personajes se anteponen al aburrimiento y lo disipan desde los primeros minutos. La deslumbrante Mikey Madison brilla en su papel protagonista. Llena la pantalla de argucia, carisma y picaría. Yo, que la había disfrutado siempre en papeles secundarios, me alegro de que asome la cabeza a una industria atrevida. Todavía hay esperanza en el cine. ‘Anora’ impulsará un montón de historias más, de esto estoy segura. Es de las mejores experiencias que tuve en una de las butacas del Festival de San Sebastián.

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