Dudas “arro”

El arromanticismo ha circulado desde hace un tiempo en redes y su bandera es visible en el Orgullo, pero, ¿qué es y qué dudas genera?

Hace poco volví a un término que creo recordar ya conocía, aunque que no había investigado en profundidad. Sigo sin haberlo estudiado a fondo, pero por motivos varios le he dado más de una vuelta últimamente. Se trata del arromanticismo. ¿Qué es exactamente? Amelia Tait lo define en Vice como: “El deseo fundamental de no querer estar en una relación romántica”. Así pues, las personas arrománticas (o “arros”) serían aquellas: “que no sienten atracción romántica”.

Se distinguirían de las personas asexuales en que, al contrario que estas, sí pueden sentir interés sexual por otra gente (a menos que sean a la vez asexuales, claro está). Huelga decir que, si bien cada arro es distinto y tiene sus preferencias, pueden (si lo desean) mantener relaciones de todo tipo y que nada les impide querer a otras personas. La diferencia estriba en que no van a sentir “mariposas en el estómago”, eso que solemos llamar amor romántico.

Rígida fluidez

Quizá resulte chocante al principio, pero el concepto está claro, ¿no? Demasiado claro, tal vez. Tendemos a afirmar con mucha rotundidad que las orientaciones e identidades sexuales y afectivas son un espectro fluido. Y, sin embargo, a la hora de clasificarnos hacemos gala de una rigidez sorprendente que nos lleva a compartimentarlo todo. En la práctica dividirnos entre personas románticas y arrománticas es una tarea más que complicada.

En primer lugar porque no sabemos exactamente qué se entiende aquí por “romántico”. ¿El amor Disney de toda la vida? En ese caso muchas personas con pareja serían arros, ya que su mentalidad amorosa puede ser muy crítica con esta forma de vínculo. ¿Una relación sexoafectiva en general? Es una opción, pero, al hilo de lo anterior, corremos el riesgo de meter en el mismo saco experiencias muy diferentes. ¿Serían igual de “románticas” entonces una pareja tóxica y dependiente, un matrimonio octagenario o una relación poliamorosa? ¿Y una relación monógama abierta versus una relación monógama cerrada, pero basada en el respeto mutuo y la autonomía de sus miembros y no en ideas rancias sobre el amor?

Una respuesta podría ser que las personas románticas sienten eso que los gringos llaman “crush”, las mariposas de toda la vida. En cambio, los y las arros, de sentir algo, sentirían “squish” (literalmente “chapoteo”), que a mí me gusta traducir como “sirimiri”.

La Wiki Arromántica define el sirimiri como: “un mariposeo (crush) platónico, el deseo de una relación platónica fuerte, una relación queerplatónica o una relación emocional no-romántica con una persona”. Pero, una vez más, esto es amplísimo y bastante vago. Probablemente muchas personas consideradas románticas sientan este sirimiri más que ningún mariposeo. ¿Dónde ponemos la línea divisoria? ¿Podemos ponerla, acaso?

¿Esencialismo?

Por todo esto da la sensación de que el arromanticismo esencializa en exceso las orientaciones e identidades. ¡Ojo! No es ni mucho menos el único grupo que lo hace. En general es una tentación recurrente para cualquier persona. Damos por hecho muchas cosas y las consideramos como son porque sí, porque así han sido siempre y no pueden cambiar. Incluso dentro de los movimientos sociales se puede caer en esa dinámica. La filósofa y youtuber Ayme Román, sostiene hablando de identidades y género: “A veces se comparten consignas como ‘no nos ha pasado nada para ser, somos’. La intención es despatologizar. Sin embargo, la realidad es que a todas, sin excepción, nos ha pasado algo para ser como somos”. 

Desde pequeñas nos han inculcado una ética y una estética que ensalzan los vínculos románticos y relegan lo demás a un segundo plano

Ya que el arromanticismo es lo que nos ocupa hoy, quizá deberíamos tener esto en cuenta a la hora de clasificarnos (o clasificar a las otras) con mucha seguridad como “románticas” o “arros”. Si sentimos lo que sentimos no es porque estemos programados para sentirlo. Vivimos en un mundo hiperromántico. Constantemente somos bombardeadas por imágenes, series, películas, libros… que nos muestran una única forma de relacionarse sexoafectivamente. Desde pequeñas nos han inculcado una ética y una estética que ensalzan los vínculos románticos y relegan los demás a un segundo plano.

Por más que nos esforcemos por dinamitar tales ideas en nuestra cabeza y en la sociedad, algo de ellas permanece siempre en nosotras, inevitablemente. Esto desde el arromanticismo se sabe. Lo que no queda tan claro es hasta qué punto perciben que ser una persona “romántica”, por contraposición a las arros, no es nunca una cuestión natural. No deberíamos olvidar esto y siento que el discurso arromántico lo hace (aunque puedo equivocarme, claro).

Bandera “arro”

Arromanticismo y género

Por último, se echa en falta una perspectiva de género en el mundo arro. De sobra sabemos que no es lo mismo carecer de deseos románticos siendo hombre que siendo mujer. De hecho, se podría pensar que don Juan, seductor empedernido, pero opaco a las relaciones serias, era en realidad un arro. Así, queda claro que no es lo mismo ser un chico sin pareja que una chica en la misma situación. La diferencia puede llegar a ser aquella entre un solterazo respetable y una solterona sola y desgraciada.

El discurso arromántico no está solo. Se enriquecería enormemente estableciendo un diálogo con el movimiento que más fuertemente ha criticado el amor romántico en las últimas décadas: el feminismo

Siguiendo por esta línea, el discurso arromántico debe saber que no está solo. Se enriquecería enormemente estableciendo un diálogo con el movimiento que más fuertemente ha criticado el amor romántico en las últimas décadas: el feminismo. Comparto este artículo de Corral Herrera Gómez en Pikara Magazine para lo que podría ser un fructífero intercambio.

Conclusión

Dicho todo esto, mi intención no es cuestionar la existencia de las personas arrománticas ni sus sentimientos. Simplemente quería reflexionar sobre un fenómeno de cierta actualidad para que los actos no se adelanten demasiado a las ideas. Ante todo, que prime el respeto por todas las personas, es especial si su situación es más vulnerable. Y que conste que estoy completamente de acuerdo con algunas de las cosas que los y las arros han venido planteando. Muy especialmente, con su reivindicación de la amistad y la importancia de multiplicar los vínculos y los afectos y de no concentrarlos en una única persona.

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