¿Cómo el síndrome de Hikikomori se puede manifestar en la crisis del Coronavirus?
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¿Qué es el síndrome de Hikikomori?
A mediados de la década del 2010 sonaban en los medios de comunicación un fenómeno social llamado síndrome de Hikikomori. Personas que de forma “voluntaria” deciden aislarse del mundo en su habitación. En Japón ya era conocido este fenómeno, siendo registrado el término en el año 1998 por el doctor Tamaki Saito para las personas que permanecen en sus casas aisladas de la sociedad por periodo mayor seis meses en jóvenes y adolescentes.
En principio, se pensaba que era un fenómeno exclusivo de Japón debido a las presiones sociales de la cultura japonesa, muy exigente a la hora de cumplir normas y expectativas sociales (estudios, emparejarse, ascender en el trabajo…). Es un tipo de sociedad donde es más importante la sociedad que el individuo. Incrementando a su vez la sensación de aislamiento en su población.
A continuación podeís echar un vistazo a un documental sobre este síndrome en Japón:
Sin embargo, esta situación empezó a alarmar cuando se empezaron a dar casos en Europa. En España se dieron a conocer 164 casos.
El problema es que los casos de Hikikomori se han tratado como un fenómeno social, como algo típico de gente tímida o socialmente marginada, cuando se ha demostrado que es un trastorno y se considera un síndrome dentro de la comunidad científica.
Causas:
Las causas no son meramente clínicas, factores sociales incrementan dicho síndrome, como hemos explicado en el caso de Japón. También se incluyen características comunes como la crisis de identidad adolescente, la presión social de pertenecer a un grupo o las expectativas frustradas de jóvenes debido a la crisis económica.
El avance de la tecnología ha hecho que podamos tener acceso a muchos medios sin salir de casa o establecer relaciones en la red. Y, al igual que en Japón, el hecho de estar solo o aislarse está mal visto socialmente, incrementando así la sensación de soledad. Las caracterísitcas de la cultura japonesa en comparación con otras culturas europeas no son las mismas que puedan afectar, pero si se han visto estos puntos en común ya mencionados.
En este video os dejamos un caso entrevistado en España:
Ante estos antecedentes, ¿cómo puede afectar la pandemia?
La OMS ha manifestado que el COVID19 afecta a nuestra salud mental, registrando muchos casos de ansiedad y depresión debido al confinamiento. Se ha registrado que un 36,4% de la población entre 18 y 24 años ha tenido síntomas de ansiedad y un 42,2% síntomas de depresión, según estudios de la Universidad Complutense de Madrid.
A esto hay que añadir la incertidumbre de la nueva normalidad y los cambios que suponen. Uno de esos cambios se ve influenciado por una futura crisis económica, afectando especialmente a los jóvenes.
Muchos jóvenes nacidos entre los 90 fueron afectados por la crisis del 2008, sufriendo el desempleo y la subida de tasas de la universidad. Ahora ante esta crisis que se avecina, esa estabilidad que comenzaban a recuperar se ve afectada de nuevo.
En este periodo histórico que vivimos, luchando contra la incertidumbre, el miedo a rebrotes o a nuestro futuro (que se ha ido alimentando en aislamiento), pueden provocar que se den casos parecidos a los Hikikomori. De hecho se han conocido casos de personas que no salen en la fase desescalada por miedo, llamándolo síndrome de la cabaña.
A esto se suma de que nuestras relaciones sociales van a variar significativamente o bien por costumbre o por prevención.
¿Qué podemos hacer?
Esta situación de pandemia, con el miedo al virus, la incertidumbre sobre el futuro ante la crisis, la inestabilidad política, como también las patologías de salud mental que se están dando, son factores de riesgo a tener en cuenta. Se tienen que afrontar no de manera alarmista, sino para hacer una introspección y cuidar para un futuro y presente mejor a jóvenes y adolescentes. De no perder el contacto, de animar en sueños, de brindarles de oportunidades y una red segura de salud pública y bienestar.
También dando voz a estas situaciones y crando espacios de participación de jóvenes. La mayoría de adolescenten afrontan sus problemas solos y no suelen ser escuchados en su entorno escolar o familiar. Dotar espacios para que puedan hablar de sus inquietudes, de problemas o de sueños, puede ayudar a superar esa situación de soledad que se enfrentan.
De esta manera podemos prevenir que muchas personas queden aisladas por el camino.
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Fuentes: La OMS advierte que la covid-19 afectará a la salud mental, Hikikomori: el síndrome de aislamiento social juvenil, Los jóvenes sienten más ansiedad y depresión por el COVID-19 que los grupos de riesgo, según un estudio, Miedo a salir a la calle: qué es el síndrome de la cabaña y a quién afecta