‘Joker’ no es igual si no lo ves desde una sala de cine. Pero tengo fe, algún día regresaremos
Alba Blanco
Anoche pasó algo mágico en el salón de mi casa viendo de nuevo ‘Joker’. Y eso que en estos días de confinamiento, es inevitable no ver películas a montones en casa. Sin embargo, pocas veces el efecto cine se produce. Anoche vi ‘Joker’ de nuevo, esta vez en compañía de mi padre, que todavía no había tenido la oportunidad de verla. Nos estremecimos como bien hacen los niños ante el miedo cuando un Arthur Fleck muy devastado sube esas escaleras hacia su casa. Nos entró una cierta añoranza por el pasado, al ver esa famosa escena del baile, recordando un viaje a Nueva York en el que pudimos visitarlas, antes de que empezará todo. El Joker nos miraba directamente desde la pantalla de televisión. Pero no lo hacía como desde el cine.
Si comenzaba diciendo que sucedió algo mágico es porque, en cierta medida, así fue. Regresar al Joker de Joaquin Phoenix por segunda vez, siempre es un regalo. Te permite apreciar otros detalles más intrínsecos de la narración que en un primer visionado, el ojo no te permite ver. Sin embargo, faltaba algo en ese ambiente mágico que proyecta el cine. Faltaba la sala. La oscuridad absoluta, el ruido incesante pero tímido de los espectadores engullendo palomitas desde sus butacas. El olor a sal y mantequilla.
Supongo que os habrá pasado, como nos ha pasado a todos, sentir esa sensación de pertenencia a un grupo cuando vamos al cine. Esa sensación de tener un barómetro y saber qué siente el de al lado, aunque no le conozcamos. La respiración agitada, el parón de comer para tragar bien la trama (o esa palomita que se nos queda medio atascada). Las risas, los estremecimientos.
Yo soy de las espectadoras de cine que han crecido con el ideal de Cinema Paradiso. Con el cine como lugar mágico que te cambia la vida. Escribo esto mientras escucho la BSO de Pearl Harbor. A ese tipo de espectadora me refiero. A las que sienten todo mucho. El cine como algo más que el cine. La sala de cine como un lugar que va más allá de cuatro paredes y una pantalla.
Anoche vi ‘Joker’ de nuevo. Pero no en una sala de cine, sino en el salón de mi casa. En plena crisis del Covid-19. Y me di cuenta de que tal vez no solo eche de menos ir al cine sino también estar con desconocidos en el mismo espacio y tiempo con un sentimiento común. De pasión por la obra. El Joker es maravillosa. Pero no es igual si no la ves en una sala de cine. No obstante, tengo fe. Algún día regresaremos a nuestros lugares de soñar, recuperaremos nuestras butacas. Y, quién sabe, tal vez nos demos cuenta de la importancia que tenían esos sitios donde la magia comienza.