Joseph Goebbels fue el ministro de propaganda de la Alemania nazi, un demagogo que usaba las mentiras como trucos de magia
Es peligroso pensar que la desinformación, los bulos y las noticias falsas son temas del mundo actual. No lo son. Las mentiras siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. No es algo que se difunda ahora a través de los medios de comunicación o de las redes sociales. No es algo que venga con la llegada de Internet como muchos piensan, va más atrás en el tiempo. La propaganda nazi a manos de Joseph Goebbels es uno de los ejemplo más claros, impactantes e inauditos.
En 1933 Hitler nombró a Goebbels ministro para la Ilustración Pública y Propaganda, un departamento ministerial de la Alemania nazi que se mantuvo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era organizar la campaña de propaganda nacionalsocialista para convencer al pueblo alemán de sus teorías raciales. La película, El ministro de propaganda, muestra cómo Goebbels fue gestando y construyendo este ministerio y qué trucos empleaba para imponer su verdad.
Líder y seductor
El título original de esta película es Führer und Verführer, que en castellano significa Líder y Seductor. Esto es porque el largometraje se centra en la relación entre el Führer de la Alemania nazi, Adolf Hitler (interpretado por Fritz Karl) y su fiel seguidor, Joseph Goebbels (Robert Stadlober). El apodo de seductor atribuido a Goebbels está relacionado con la capacidad de seducción del alemán para manipular la realidad y convencer así al pueblo de que los judíos tenían que ser masacrados y de que la guerra era necesaria.
El ministro de propaganda tiene la intención de ser un relato lo más objetivo a la realidad acontecida. Al inicio de la película se advierte de que hay imágenes, vídeos e incluso llamadas telefónicas reales de la época, que gracias al montaje se van intercalando con las recreaciones que elabora el filme. Esta decisión dota a la película de una verdad inmensa lo que es paradójico porque precisamente es la verdad lo que Goebbels quería destruir.
El periodista y profesor de la Academia de Cine Baden-Württemberg, Joachim A. Lang, es el director y también guionista de la película. Durante el proceso de escritura contó con la colaboración de Peter Longerich y Thomas Weber, dos historiadores alemanes especializados en el Estado nazi. También emplearon los diarios escritos por Goebbels y las entrevistas y testimonios de algunos supervivientes del Holocausto como fuentes para la película.
Puntos fuertes y débiles
El ministro de propaganda muestra el fanatismo que Goebbels sentía por Hitler. Pero no se detiene a explicar por qué ni cómo pasó a ser para él un Dios. Sí se revela el ansia que tenía por el poder, la necesidad constante de querer perdurar en la historia y la búsqueda incesante de la valoración, del reconocimiento y del elogio externo.
Pero, no se desarrolla de dónde provenían sus convicciones ideológicas ni por qué se unió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Es cierto que se enseñan algunas de las estratagemas que Goebbels empleó en la propaganda nazi. Sin embargo, se podría haber incidido más en por qué esta propaganda fue tan exitosa en la sociedad alemana, más allá de decir que lo fue.
A pesar de estas posibles mejoras, la película consigue que el espectador no salga indiferente del cine. Invita a reflexionar sobre lo ocurrido y sobre todo a no olvidar estos hechos que pueden parecer cada vez más lejanos, pero que perfectamente se encuentran en el mundo actual. Puede que con otros símbolos y con otros dirigentes, pero con el mismo discurso de odio hacia los que no son o no piensan igual que nosotros.
Trucos de magia
La propaganda de Goebbels era, en el fondo, una sucesión de trucos de magia. El objetivo común era el engaño. Jugar con la mente de los ciudadanos para hacerles creer algo que no es real, por ejemplo, el régimen utilizaba maquetas de tanques en sus películas para “demostrar”, que tenían muchísimo material armamentístico. Al final un truco es un procedimiento ingenioso empleado para conseguir un fin y para ello, Goebbels se servía de la posverdad. Según la RAE, la posverdad es “la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
La intención es conseguir que el individuo deje de lado los datos y que la veracidad no sea un factor determinante, sino que se deje llevar por los sentimientos que una información le provoca. Esto puede conseguirse mediante varias estrategias. Un indicador de posverdad que aparece en la película es el uso de datos erróneos o cifras inexactas, concretamente cuando Goebbels decide, al principio de la guerra, comunicar a los alemanes que el número de soldados nazis asesinados por los judíos era mucho mayor del que fue.
¿Pero por qué hizo eso? ¿En qué le beneficiaría? Esto le daba una excusa para incitar a los alemanes a rebelarse contra los malvados judíos. Goebbels pasó de hacer una propaganda de paz, donde abogaba por la calma, a una propaganda de guerra. Lo que derivó en su famoso discurso en el Palacio de los Deportes de Berlín en 1943 en el cual pedía una guerra total y animaba a los nazis a seguir y no desesperar en un momento en en el que la “amenaza bolchevique” estaba cada vez más cerca.
Agitador de masas
En El ministro de propaganda se refleja como Joseph Goebbels era un gran agitador de masas, que convertía las intervenciones y ruedas de prensa en espectáculos. Esta es otra de las efectivas herramientas de la posverdad. Obligaba a todos los ciudadanos a acudir a estas comparecencias y desfiles con el objetivo de que en cámara se vieran a miles de personas. Sin embargo, seleccionaban cuidadosamente a los nazis que estarían en las primeras filas para que fueran miembros altos y guapos de las Juventudes Hitlerianas.
También se observa cómo en la película Goebbels recurría al uso del lenguaje sensacionalista, cómo contaba con un repertorio de celebridades y personajes famosos para llegar a las masas y cómo explotaba los medios de comunicación disponibles para promocionar sus ideales nazis. El cine, la radio, la música y cualquier expresión artística en general servían como fines propagandísticos. En la película, el cine tiene una gran importancia ya que era la manera de crear y difundir mensajes antisemitas.
En El ministro de propaganda se hace especial hincapié a dos largometrajes de 1940: El judío Süß y El judío eterno. Estas películas tenían la misión de incitar odio racial en la población alemana y justificar la persecución de los judíos. Esto lo conseguía mediante la manipulación emocional con la que explotaban los prejuicios sobre los judíos, los denominaban “parásitos” y los comparaban con ratas. Ambas cintas concluyen con una llamada a la segregación y a la eliminación de los judíos, preparando así el terreno para que la sociedad alemana aceptara las políticas de genocidio que el régimen estaba empezando a implementar.
Conclusión
El ministro de propaganda es una película que explora la vida y el papel de Joseph Goebbels, la mente macabra detrás de la maquinaria de propaganda del régimen nazi. La película aborda la complejidad de su personaje, mostrando no solo su habilidad para manipular masas, sino también las contradicciones y obsesiones que lo definieron tanto en su vida profesional como personal. Gracias a ello, el filme invita a la reflexión sobre el poder destructivo de la propaganda y la responsabilidad de los medios en tiempos de crisis. El ministro de propaganda es el recordatorio de la importancia de la memoria histórica en el contexto actual y se estrena en España el 29 de noviembre.