El próximo 28 de marzo se estrena “Sting: Araña asesina”, una película no apta para aracnofóbicos.
Una araña venida del espacio exterior es adoptada como mascota por Charlotte, una niña de 12 años. Cuando la araña, llamada Sting, comienza a crecer y su apetito se vuelve insaciable, Charlotte y su familia se ven obligados a luchar por su supervivencia.

“Sting: Araña Asesina” es una película dirigida por Kiah Roache-Turner, conocido por “Wyrmwood” y “Nekatronic”. Es por eso que Sting no es una sorpresa en la filmografía del director. Utiliza una mezcla de muñecos animatrónicos, marionetas y figuras para dar vida a la malévola araña que aterroriza al edificio.
A pesar de ser una producción australiana, la trama sucede en un edificio de Brooklyn. Sin embargo, los planos en gran angular, los movimientos de cámara y los travelling in son identitarios de las producciones del país. Además, recoge mucho del estilo de los 80s, cosa que se agradece hoy en día.
La historia recoge uno de los mayores miedos de la población, las arañas. Ya hemos visto otras películas como “Vermin: la plaga” (2023) del director francés Sébastien Vaniček, cuya trama ocurría, igual que Sting, en un edificio de vecinos con pocas luces.
Sting ofrece una visión mucho más estilizada, con toques de humor mezclado con el terror. Consigue bastante bien y sin esfuerzo su objetivo entretener al espectador. La comedia no aparece forzada, se complementa en el guion con sutileza, pero lo suficientemente visible como para soltar una sonrisa de vez en cuando. Es quizás por esto que el terror es solo para aquellos con pánico a las arañas, ya que no deja de ser una película sobre un monstruo en un monoblock.

Es curioso que, en español, el titulo añada la coletilla “asesina”. En todo momento la película nos deja en claro que el bicho solo se comporta como lo hace cualquier araña. La trama es predecible, pero no pretende no serlo. Una niña se encuentra una araña que alimenta con bichos, la araña empieza a crecer de forma inexplicable y comienza a no tener suficiente con las cucarachas. En cuanto la araña es grande, deja de haber sorpresas.
No obstante, la segunda mitad de la película abandona la sutileza y se transforma en una misión por acabar con el monstruo. Funciona bastante bien como descarga visual de lo anterior. El animatrónico deja un poco que desear en ciertas escenas, añadiendo humor, no adrede, a la situación.
Tengo que dar un punto a favor a la iluminación. Se agradece que la película no sea tan oscura para evitar enseñarnos a la araña. No destaca por su fotografía, tampoco lo pretende, pero visualmente es agradable, no se hace pesada ni tienes que forzar los ojos para distinguir una sombra de un personaje.

Sting no es solo una película sobre una araña, que en ciertos momentos pasa a segundo plano. Ethan, el padre de familia, intenta mantener una buena relación con Charlotte, su hijastra. Comparten aficiones y tienen cierta afinidad, pero la barrera de ser padrastro se le resiste.
En conclusión, con sus toques de humor y buen ritmo de guion, la película es entretenida y hasta divertida. No añade nada nuevo al género de arañas gigantes, pero ha sido una grata sorpresa.