Pop dominante y apropiación cultural

El pop dominante, en su afán por borrar las diferencias, corre el riesgo de caer en la apropiación cultural

En un artículo anterior hablábamos del pop como un fenómeno desterritorializado que no puede identificarse con ningún lugar concreto. También comentábamos cómo permitía crear sujetos musicales más diversos que el hegemónico varón blanco occidental de la música académica. Por último, dijimos que el pop más escuchado y difundido, el mainstream o corriente dominante, invertía esta tendencia pluralista y desembocaba en la homogeneidad cultural y el borrado de las diferencias. Así, la corriente dominante deja de lado las identidades minorizadas a las que el pop no dominante había dado voz previamente. En su lugar coloca un sujeto aparentemente neutral, universal, pero sospechosamente occidental y blanco.

Apropiación cultural

Son muchos los modos en que este paso del pop a la corriente dominante se puede producir. En aquel artículo veíamos el caso de BTS, en el que la decisión de neutralizar el sujeto artístico la toman los propios músicos implicados. Sin embargo, hay formas todavía más problemáticas de replicar este proceso. Hablo de los casos en que se da sin contar con o incluso contra la voluntad de los sujetos minorizados implicados. Es decir, de apropiación cultural.

Por esta entenderé específicamente el acto de adoptar un elemento de una cultura periférica por parte de un sujeto perteneciente a una cultura dominante normalmente para fines comerciales. El problema de esta práctica, además del extractivismo económico al que suele ir asociada, es que descontextualiza tanto el elemento cultural apropiado, privándolo de significado, como las relaciones asimétricas de poder entre culturas hegemónicas y minorizadas. Además, la apropiación cultural suele producirse desde el desconocimiento o la falta de familiaridad con la cultura periférica en cuestión y las personas a ella asociadas. Para ilustrar esta definición veamos algunos ejemplos de apropiación cultural sobre el tema que nos ocupa.

DJ Diplo: robando en las favelas

El primer caso afecta al glamuroso y reputado DJ Diplo, que ha sido acusado en numerosas ocasiones de parasitismo con sesgo racial y clasista. En concreto se le impugna haber tomado sin acreditarlas las mezclas de los pinchadiscos de las favelas de Rio de Janeiro par su mixtape Favela on Blast (2008). En opinión de DJ Rupture, “eso se parece bastante a robar”.

Carátula de Favela on Blast

Un robo, además, perpetrado por un estadounidense blanco adinerado y padecido por los mestizos y afrodescendientes más pobres de un país del sur global. Víctor Lenore resume bien el mensaje que de este caso se destila: “Los negros y latinos inventan y otros hacen caja, en gran parte porque promotores, publicistas y patrocinadores prefieren trabajar con artistas blancos, con estilista, que no hablen de problemas sociales”.

Quizá no sea un caso de apropiación cultural estricta, pues el objeto apropiado no tiene un componente étnico o simbólico asociado. Pese a todo, revela y replica unas dinámicas coloniales, racistas y clasistas que trascienden lo musical y perpetúan un gran cúmulo de injusticias.

Nathy Peluso y el negroembuste

Más claro es el caso de Nathy Peluso. Un primer síntoma es que se hace llamar “la mulata” siendo blanca. Además, en el videoclip de su tema Sana Sana se ve claramente cómo la artista se oscurece la piel para darse una apariencia más “afro”. Por no mencionar que en sus canciones suele utilizar un acento (afro)caribeño que nada tiene que ver con la variedad rioplatense en la que se expresa al hablar. Para colmo, con el estreno de dicho videoclip la cantante argentina fue acusada de plagiar a la artista afrodescendiente puertorriqueña Hurricane G. En concreto su canción Boricua mami, con la cual parecido es claro. No obstante, más que centrarnos en si ha plagiado un tema en concreto lo relevante es ver cómo el estilo musical y la dicción de esta y otras artistas afrolatinas ha sido adoptado por Peluso sin darles reconocimiento alguno.

Nathy Peluso con la piel oscurecida en el vídeo de Sana Sana

Así, uno por uno Nathy Peluso cumple con los cuatro ejemplos de negroembuste (blackfishing en inglés, práctica que consiste en hacerse pasar por negro/a para ganar atención o exotismo, normalmente en contextos artísticos y comerciales) que ofrece Zawn Villines. Maquillarse o editarse para parecer negra. Decir ser negra. Hablar con “acento negro”. Y apropiarse de elementos tradicionales de la cultura y estética negras.

Para África Salomé la conducta de cantantes como Peluso contribuye a difundir el mito del mestizaje latinoamericano. Es decir, la idea de que en esta región “todo nos pertenece a todos y que todos somos una mezcla […]”. Esto “[…] borra el legado cultural, social y político de las poblaciones negras e indígenas en Latinoamérica y El Caribe”.

Rosalía y la apropiación cultural del flamenco

Por último, tenemos el archiconocido caso de Rosalía y el flamenco. El debate sobre el talante apropiador de esta artista es antiguo. Se remonta a 2017 y estalló propiamente dos años más tarde. Se ha vertido suficiente tinta al respecto de esta cuestión, por lo que en vez de repetir temas que otras han tratado mejor que yo me gustaría centrarme en un detalle específico de esta polémica apropiadora. Hablo en concreto de su relación con la globalización.

Ya la propia Rosalía lo hizo explícito hace tiempo. Así lo recogía la revista Vanity Fair en 2019: “Siempre trato de hablar de las referencias culturales que me han inspirado. Los artistas siempre se han visto influenciados por muchas culturas. Hoy en día, todas las culturas están conectadas y es algo precioso que merece ser celebrado”. Y más adelante: “Vengo de una generación que nació con la globalización e internet. Eso lo ha cambiado todo. Nunca pienso en la música como, ‘¿Es esto correcto o incorrecto?’. Siempre pienso, ‘¿Es esto emocionante o no?'” (las cursivas son mías).

Rosalía acierta al señalar que con la globalización e internet se ha producido una intensa interconexión cultural. Lo que parece no ver es que esta interconexión no es horizontal, sino que algunas culturas han salido mejor paradas que otras. O mejor dicho, los miembros de algunas culturas han salido mejor parados que los de otras. Así, se da la paradoja de que hoy el flamenco, gracias a la globalización, es más popular que nunca y sin embargo cada vez menos gitanos y gitanas, (¡proporcionalmente hablando!, no en términos absolutos) reciben reconocimiento por sus contribuciones al flamenco. Al contrario, son las Rosalías las que triunfan.

Payificación

La réplica al párrafo anterior sería que al menos Rosalía lo hace desde el respeto y la referencia explícita de todas sus influencias. Incluyendo las gitanas. Esto es cierto y sin duda mejora la actitud encubridora de Nathy Peluso, por ejemplo. Pero más allá de las intenciones, que siempre son importantes, fijémonos también en las consecuencias no individuales, sino estructurales. En palabras de Noelia Cortés:

“[…] planteemos por qué para conocer el flamenco se tiene que promover a través del blanqueamiento (payificación) de nuestros elementos culturales, prestando atención ahora a lo que siempre ha estado ahí. ¿Por qué para que se nos mire tenemos que aceptar un sucedáneo despolitizado del flamenco que es la máxima expresión de nuestra resistencia?”.

La escritora gitana Noelia Cortés

Conclusiones

Este es el gran problema. Más allá del privilegio que nos permite a las personas blancas tomar elementos de otras culturas como adornos. Más allá del hecho de que nosotras podemos transitar entre identidades, algo mucho más difícil para los pueblos racializados y más allá de los estereotipos y las descontextualizaciones… Lo grave es que la apropiación cultural supone un ejercicio rotundo de neutralización y despolitización. Patrimonios materiales e inmateriales que para sus respectivas comunidades tienen no solo un valor simbólico, sino político, se convierten mediante esta práctica en una mercancía más. La simbología y la política ceden su lugar a la economía (capitalista) globalizada donde todo se vende y la lucha política se convierte en mercancía.

Aplicado al flamenco Noelia Cortés lo llama, como hemos visto, “payificación”. Ricardo Pachón, “desgitanización”. En general, podemos hablar de blanqueamiento y desracialización. De una u otra forma, el pop dominante, que es lo que nos ocupa, logra anular la diferencia en favor de una universalidad bastante poco universal. Con este artículo no quisiera caer en un señalamiento de Diplo, Nathy Peluso o Rosalía. Son tres casos distintos y diversos entre sí. Además, no adelantaríamos nada entrando en las guerras individuales. De lo que se trata es de entender las realidades globales en que nos movemos. Y así, tal vez, no las replicaremos tan fácilmente en el futuro.

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