Adrian Lyne vuelve a ponernos en el centro de placer de la mirada masculina con Deep Water
Solo el hecho de pensar en thriller erótico me ponía cachonda. La decepción vino unos minutos después de empezar Deep Water, cuando entendí que estaba ante otra superproducción de Hollywood destinada a generar satisfacción. Placer en la mirada en base a la cosificación de la mujer.
El cine se nutre de la modelación que hace la sociedad sobre el individuo. Lo acentúa. Y la sociedad se nutre del cine. Existe un círculo vicioso que perpetúa un imaginario falocentrista que castra a la mujer en todos sus sentidos.
Ana de Armas interpreta a Melinda, cuya impecable actuación no puedo obviar. Melinda da rienda suelta a sus fantasías, es narcisista y un tanto despiadada. Cumple características propias de personajes masculinos dentro del panorama audiovisual. Menos una: es el centro de placer durante las dos horas de film.
Adrian Lyne se encarga de abocar todas las miradas, tanto la de los personajes como la del espectador, en Melinda. La convierte en un objeto de exhibición. Lo mismo sucede en absolutamente todos los personajes femeninos protagonistas de la filmografía de Lyne.
Es cierto que la trama circular, el lenguaje de las imágenes, entre otros aspectos narrativos, hacen del thriller una obra diferente, peculiar. Pero no hemos venido a hablar de esto. Es curioso cómo, en ocasiones, Lyne conduce el imaginario del espectador. Especialmente en escenas eróticas, cómo no, protagonizadas por Melinda, haciendo que el presente complete la imagen con su propio inconsciente. Un inconsciente alimentado por el sistema patriarcal que sitúa a la mujer como aquella que da placer, que lo provoca.
Sin obviar la naturalidad con la que se trata el carácter obsesivo de Vic, interpretado por Ben Affleck. Vic controla la cuenta bancaria de Melinda, la vigila y, finalmente, la hace prisionera de la relación. Violencia de género en toda regla. Lyne hace que el espectador empatice con Vic aun siendo un maltratador. Otro hombre que sale victorioso. Otra mujer que queda prisionera.
Parece que seguimos encerradas en el lenguaje del patriarcado. No hay solución inmediata. Podemos cuestionarles. Hagamos un esfuerzo por analizar, extraer y difundir aquello que nos limita, que nos censura y que nos expone como objetos destinados a la satisfacción del hombre. Deep Water es otro film que, entre muchos, retroalimenta la realidad que vivimos.